Con lo crispada que suele tornarse la atmósfera, la apelación al diálogo social con que monseñor Tomás Morel Diplán asumió como arzobispo coadjutor de Santo Domingo debe ser ponderada por la clase política, el liderazgo empresarial y todos los demás sectores.
La nación tiene que estar al borde de una crisis para que sus representantes más legítimos por lo menos depongan las animosidades y exploren alternativas para garantizar y mejorar las condiciones de vida de las grandes mayorías.
Escuchar, dialogar y acercarse a la gente son ejes importantes para bajar las tensiones y explorar fórmulas que redunden en beneficio del progreso y el desarrollo de la nación. La capacidad de dialogar no puede perderse bajo ninguna circunstancia.
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El arzobispo de la nueva diócesis Stella Mari, recibida por demás con beneplácito por la población, ha debutado con un auspicioso planteamiento, que debería ser asumido por los sectores más representativos.

