Editorial

Locura

<P>Locura</P>

En menos de diez años  se han creado 17 municipios y  más de 130 distritos municipales, en una irracional fragmentación política del territorio que  conlleva compromisos burocráticos por  centenares de millones de pesos, sin que las poblaciones resulten beneficiadas de tan acentuada división geográfica.

Apenas el jueves, la Cámara de Diputados aprobó en sesión extraordinaria elevar  a distritos municipales  las secciones  Barranca, de La Vega; Abreu, de María Trinidad Sánchez y La Cabuya, de Santiago,  donde también el distrito municipal La Canela fue elevado a municipio.

En ese hemiciclo reposan otros 43 proyectos que procuran “ascender” de categoría a parajes, secciones y distritos municipales, con la única finalidad de que se creen en esos lugares  estructuras burocráticas como  juntas municipales, ayuntamientos, distritos escolares, oficinas de Registro Civil, que a su vez son receptáculos de empleos y canonjías políticas.

Tanta ha sido la irracionalidad de legisladores y políticos en la creación de  elevar de categoría a comarcas, que  una callejuela o cañada divide a recién estrenados  municipios de otros o secciones  convertidas en distritos municipales apenas  poseen una vía   sin más edificaciones que  la  de una parroquia.

En 2001 el mapa político,  de  42 mil 442 kilómetros cuadrados, estaba dividido en 29 provincias, 138 municipios y unos cien  distritos municipales, además de la capital de la República, pero hoy en día existen 31 provincias, un Distrito Nacional, 155 municipios y 229 distritos municipales, lo que implica un inusitado incremento de  la burocracia pública y del clientelismo político.

Esa macrocefalia territorial es atribuida a una crónica falta de atención  del Estado hacia  comunidades, lo que obliga a  congresistas y líderes de esas demarcaciones a  gestionar su  elevación política para  que se instalen cabildos o juntas municipales y se aplique la auto gestión.

Poder Ejecutivo y Congreso están compelidos a frenar  ese camino de irracionalidad, que llevaría a  elevar a distrito municipal, municipio o provincia a cualquier barrio o vecindario rural. Lo aconsejable sería que los poderes públicos cumplan cabalmente su papel de proveer a esas comunidades de los servicios básicos y de garantizar una óptima redistribución de la riqueza  nacional.

Los 43 proyectos  sobre división territorial que  procuran acentuar la división geográfica territorial ofrecen  una impresión de locura legislativa y desorden  político en lo que debería ser  el diseño y  aplicación de una  armónica política  de ordenamiento territorial.

El Nacional

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