Hace ya dos semanas que el presidente estadounidense Donald Trump anunció la llegada del “día de la liberación” para su país al son de un conjunto de aranceles que han tenido impacto global, afectando a cada país y territorio del globo terráqueo.
El alcance de esos aranceles es tal que ni siquiera territorios remotos habitados exclusivamente por pingüinos se salvan. Parece un chiste, pero es la realidad del asunto.
¿Qué es lo que busca Trump con tantos aranceles? En palabras suyas, ejecutar su vieja promesa de “MakeAmerica Great Again”, es decir, volver a poner a Estados Unidos en el centro del orden financiero y económico mundial
Si bien es cierto que, aun en su estado “debilitado” de los últimos años, Estados Unidos seguía siendo referente mundial y un jugador de importancia, es un hecho que países como China han estado emergiendo como los nuevos líderes a seguir.
Es obvio que para Trump no es una opción que Estados Unidos no sea el líder indiscutible del mundo, y de ahí el afán de MAGA, lema que en este segundo mandato está comprometido a ejecutar al pie de la letra, a cada nivel imaginable, cueste lo que cueste.
Es interés de Trump que la manufactura y trabajos asociados vuelvan a suelo estadounidense, y esa podría decirse que es la motivación principal.También, según la visión del mandatario estadounidense, hay que cobrar lo “justo” por el derecho a mercancías foráneas entrar a territorio estadounidense.
La visión de nacionalismo, sobre todo a nivel de actividad económica y de producción, luce bonita e ideal, pero va en contra del mundo globalizado de hoy, donde no solo hay -en teoría- mayores oportunidades de crecimiento para países individuales, sino la posibilidad de abaratar costos a través de mano de obra y suministros provenientes de otros países con condiciones que hacen posible esas facilidades.
Los aranceles de Trump, de repente, eliminan esas ventajas y ponen en entredicho la globalización que por décadas ha caracterizado al mundo.
Muchas industrias, por no decir todas, se ven afectadas por estos aranceles, dentro y fuera de Estados Unidos. Bajo esta nueva realidad, por ejemplo, importar materia prima para manufactura aumenta los costos, y ese aumento tarde o temprano se reflejará por el lado del consumidor
La industria de la tecnología es una de las que más se ve afectada en el corto plazo: para nadie es secreto que mucha de la tecnología de consumo se fabrica en China, independientemente de que la marca sea japonesa o estadounidense.
Ahí está el caso de Apple y sus equipos diseñados en California, pero hechos en China. Se predice que un iPhone podría costar eventualmente 40 por ciento más en la medida en que los aranceles hagan efecto. En este punto es importante recordar que los aranceles a China ascienden a 125 por ciento. Por supuesto, China ha respondido con sus propios aranceles y con prohibiciones de exportación.
¿Qué pasará? En los últimos días, la administración Trump ha mostrado cierta flexibilidad. Se ha anunciado una exención temporal de 90 días para productos electrónicos clave, como teléfonos inteligentes y laptops, lo que ha generado un repunte en las acciones tecnológicas. Sin embargo, Trump ha iniciado investigaciones para imponer aranceles a las importaciones de microprocesadores y productos farmacéuticos, alegando razones de seguridad nacional.
Estas investigaciones podrían resultar en nuevos aranceles, afectando aún más a estas industrias.