Si el presidente estadounidense, Donald Trump, pensaba que bastaba con montar en un avión para transportar a sus países a los indocumentados, estaba en un error. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha plantado resistencia a las repatriaciones al prohibir la entrada de aviones estadounidenses con emigrantes devueltos si estos no han recibido un trato digno.
La decisión de Petro ha herido el orgullo de Trump, quien ha reaccionado con un incremento de los aranceles a las exportaciones colombianas y supresión de visado a los funcionarios. Nada de instruir para que se respeten los derechos de los deportados.
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América Latina solo ha estado a la expectativa sobre unas repatriaciones masivas, que afectarán no solo las economías, sino que podrían generar problemas sociales. Presidentes como la mexicana Claudia Sheinbaum se han limitado a defender el aporte de sus connacionales que residen en Estados Unidos, pero sin anunciar medidas concretas frente al conflicto.