En el contexto del dinámico crecimiento económico que exhibe la República Dominicana, la inversión en infraestructura pública emerge como un pilar indispensable para consolidar el desarrollo sostenible del país. Esta realidad no solo refleja la necesidad de sostener un sistema que facilite el comercio y la inversión, sino también la urgencia de impactar positivamente en la calidad de vida de los ciudadanos.
Históricamente, la República Dominicana ha realizado avances significativos en este ámbito, aunque todavía persisten brechas en comparación con países como Chile y Colombia.
Estas naciones han logrado mantener inversiones sostenidas en infraestructura, lo que les ha permitido mejorar su competitividad y atraer mayor inversión extranjera. Datos del Banco Interamericano de Desarrollo indican que mientras el promedio de inversión pública en infraestructura en América Latina entre 2012 y 2016 fue de un 3.9% del PIB, nuestro país sigue enfrentando desafíos en cobertura y eficiencia, aspectos que deben ser priorizados si aspiramos a mantenernos a la vanguardia del crecimiento regional.
La actual administración del presidente Luis Abinader ha reconocido esta necesidad y ha dado pasos concretos para cerrar estas brechas. Más de 271 obras han sido ejecutadas, representando una inversión que supera los RD$90,000 millones. Iniciativas emblemáticas como la circunvalación de Azua y el teleférico de Los Alcarrizos han demostrado cómo la infraestructura puede ser una herramienta transformadora, mejorando la movilidad urbana, fomentando el turismo y generando empleos.
Asimismo, la construcción de caminos agroforestales, puentes, centros educativos y hospitales subraya un enfoque integral en conectar comunidades rurales con centros urbanos. Esto no solo garantiza acceso a servicios esenciales, sino que también abre puertas a nuevas oportunidades económicas para sectores históricamente marginados.
Sin embargo, es preciso recordar que la magnitud de estas inversiones trae consigo una responsabilidad ineludible: garantizar que cada peso del erario se utilice con transparencia y eficiencia. La corrupción y la improvisación en la planificación son amenazas latentes que podrían socavar el impacto de estas obras.
Por ello, se requiere una rendición de cuentas estricta, acompañada de una visión estratégica que priorice proyectos de alto impacto.
Por: Orlando Jorge Villegas
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