Los que regatean un justo presupuesto para la universidad pública nada dicen sobre las irregularidades reveladas por la Cámara de Cuentas durante la gestión del ingeniero Víctor Díaz Rúa en el Ministerio de Obras Públicas. Esas irregularidades ascienden a más de 60 mil millones de pesos, lo que equivale a más de ocho veces al presupuesto anual que la UASD percibe.
Tampoco se refieren a otros casos de corrupción mayores ni a elevadas asignaciones presupuestarias a organismos estatales que no ofrecen ningún servicio a la sociedad ni rinden cuenta a nadie. Pero si mantienen el infeliz alegato de que “la UASD es un barril sin fondo” (una vieja campaña sucia), pese a recibir la menor asignación económica de todas las universidades estatales del continente.
El presupuesto de la UASD está establecido por ley y no se cumple. Contrariamente, sectores conservadores, viven formulando sugerencias absurdas, como la baja académica, que constituye un acto clasista, pues los bachilleres que ingresan a la academia mayoritariamente provienen de los liceos públicos, con graves deficiencias en las denominadas asignaturas básicas. Y es la UASD que termina de alfabetizarlos.
La baja académica es improcedente, tan improcedente como la prueba académica que recomiendan para el ingreso. La prueba académica –con la deficiencia de la educación pública– sólo sería aprobada por los jóvenes egresados de los colegios, que regularmente disponen de recursos para realizar carreras en las universidades privadas.
Ahora se pretende condenar a la UASD por permitir que en su sede se le haga un homenaje a Jean Jacques Dessalines, supuesto responsable de degollamiento de “dominicanos”. Ignoran que Dessalines murió en 1806, fecha para la cual no había un proyecto independentista ni se conocía nada que se llame República Dominicana.
Pero asumiendo que Dessalines fue malo, la UASD tiene que estar abierta a las corrientes del pensamiento, tal y como lo establece su Estatuto Orgánico. Si Vinicito –el hijo del Vincho– quiere dictar una charla en la UASD hay que habilitarle un salón. Naturalmente, yo no acudiría a esa charla, porque sé de antemano lo que abordaría: el tema haitiano, el narcotráfico (a su conveniencia) y el peligro del PPH.