Opinión

Mejores sueldos

Mejores sueldos

Luego de las declaraciones del Presidente Danilo Medina el tema de los sueldos vuelve a ser centro de debate. Naturalmente, y como es típico en estos dos tercios de isla, la conversación se ha centrado en los “codiciosos empleadores” y el sueldo mínimo, mientras se sigue ignorando la realidad de que la cultura de la informalidad y la violación a la libre competencia que impera en nuestro país nunca va a sostener un aumento importante del salario sin que eso conlleve despidos masivos y el encarecimiento de los bienes y servicios en la economía. Formalización y competencia son la base desde la cual debe partir el debate de los sueldos, de lo contrario nunca tendremos una solución definitiva y tocará a cada nuevo Presidente que asuma el cargo a seguir alzando la inútil queja.

La ruta más sana y sostenible para ver un aumento real de los salarios en cualquier parte del mundo es promoviendo la formación de un superávit de ofertas de trabajo, donde la demanda de trabajadores impulse hacia arriba el dinero que los empleadores están dispuestos a ofrecer por esos trabajadores. Con un desempleo cerca del 14% y el Estado hasta el cuello en obligaciones, no es realista que sea este el que por su propia acción o a través de inversiones directas al sector privado sea el motor de creación de empleos que lleve al país a ese superávit, siendo más práctico y menos costoso permitírselo al sector privado (sin asistencia estatal) mediante la toma de políticas públicas centradas a generar ese incentivo.
Sin embargo, para lograr lo anterior se deben superar obstáculos significativos; uno de estos es la informalidad. En lo que luce como un círculo vicioso, el alto costo de la formalidad obliga a que los negocios se mantengan de manera informal para sobrevivir, lo que a su vez obliga al Estado a cubrir sus necesidades aumentando la carga impositiva sobre los formales. Negocios formales compiten con los informales deprimiendo los sueldos, mientras que los puestos de trabajo creados dentro de la informalidad castigan a toda la población por la forma en que esto afecta al Sistema de Seguridad Social y la calidad de los empleos generados. El pacto fiscal va a ser una pieza clave en el rompecabezas de los sueldos en República Dominicana.

Si el costo de la formalidad no es abordado y reducido de forma drástica como para que la tendencia varíe, cualquier objetivo trazado en ese acuerdo sería completamente inútil e insostenible en el largo plazo.

Otro aspecto que se debe considerar seriamente es la protección de la libre competencia. Así como el Estado suele estrangular la entrada a nuevos emprendimientos en el país con la política fiscal o con burocracia absurda, el sector privado hiperprotegido, sea por la inacción o la complicidad del Estado, puede ser otra enorme barrera.

Cada negocio que se deja de abrir porque ya otro negocio establecido se beneficia de un privilegio monopolista otorgado por el Estado o por prácticas anticompetitivas propias, implican montones de plazas de trabajo perdidas no solo por el negocio que fracasó en su intento de empezar a competir sino por los otros que hubieran considerado en un futuro intentar.

La realidad es que el tema del salario no puede ser simplificado a aumentos generales, aumentos del salario mínimo o la voluntad de un puñado de empresarios. Los sueldos son un reflejo de como opera nuestra economía, y si deseamos que los salarios mejoren ineludiblemente vamos a tener que mejorar la forma en que esta se maneja, porque de lo contrario estaremos enfrascados en este debate para siempre y sin resultados.

El Nacional

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