Los acontecimientos del 30 de marzo de 2025 en Friusa, sección del distrito municipal de Verón, municipio Higüey, provincia de La Altagracia, marcan frontera en protestas de grupos ultranacionalistas que exigen al gobierno acciones contundentes contra inmigrantes de Haití, documentados o no.
El presidente de la República, en su alocución de 15 minutos del domingo siguiente, le ha dado respuesta tácita a estos sectores con el anuncio de 15 acciones de gobierno para tratar de frenar la altísima presencia de mano de obra haitiana en áreas como construcción, agricultura y turismo.
En lo político, con efecto mediático al instante, estas medidas oficiales colocan el asunto “en la cancha del contrario” y ponen a los nacionalistas promotores de la manifestación en Friusa en actitud de sumarse a la causa con hechos más que palabras, y de esta manera opera una suerte de neutralización.
Si se analizan al pie de la letra los anuncios presidenciales, hay que colegir que buena parte de ellos se cumplirán en corto, mediano y hasta largo plazo, en base a la realidad socioeconómica de la importancia del trabajo del migrante haitiano en sectores que el nativo ha descuidado o no quiere laborar.
La actualización legislativa y la urgencia de aprobarla no dependen directamente del Poder Ejecutivo, como tampoco las decisiones del Comité Nacional de Salarios ni el proceso para modernizar los esquemas productivos agrícolas con financiamiento público de fácil acceso. Y un nuevo fiscal, sobra.
Lo más inmediato, visible y realizable es el aumento de la vigilancia fronteriza a cargo de las Fuerzas Armadas, pese a que es secreto a voces que “la fiebre no está en la sábana”, porque la principal debilidad del control migratorio es la corrupción con negocios derivados del tráfico tarifario de haitianos.
Abinader silenció a los nacionalistas que buscaban un muerto en Friusa.