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Miseria y contrabando puntos que convergen en frontera domínico-haitiana

Miseria y contrabando puntos que convergen en frontera domínico-haitiana

Jimaní, Independencia.- Los puntos fronterizos entre Haití y República Dominicana son lugares donde convergen la miseria, corrupción, comercio ilegal de mercancías, trata de personas y tráfico de armas y drogas.

La miseria no es tan notable en Dajabón y Pedernales, pero si llegamos a Jimaní, un punto de gran movimiento comercial, observaremos una pobreza alarmante en ambos lados de la frontera. Es decir, ver la vida en Jimaní y en el otro lado de la frontera es casi la misma cosa.

El Lago Azuei en Jimaní en cuya área se construye el muro fronterizo dominico-haitiano. En la frontera también convergen la miseria y el contrabando. Jorge González
El Lago Azuei en Jimaní en cuya área se construye el muro fronterizo dominico-haitiano. Jorge González

Desde Jimaní se observa la ciudad de Fonds-Parisien, un lugar marcado por la miseria extrema, así como la deforestación en una elevada montaña que es utilizada como camino para el tráfico ilegal de haitianos.

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Dicha ciudad está ubicada a orillas del lago Azuei, que en francés es conocido como Étang Saumatre, o lago salobre, un afluente que en un momento formó parte del lago Enriquillo, localizado al noreste de Jimaní.

“Si del lado haitiano miramos hacia territorio dominicano, podemos observar un ambiente similar: montaña sin árboles, miseria y macuteo por parte de militares que vigilan la zona en el lado quisqueyano”, aseguró el haitiano Paul Joseph.

Por el contrario, si vamos a Pedernales, a 306 kilómetros de Santo Domingo, no veremos tanta miseria, y lo mismo ocurre en la zona de Dajabón, por el norte, aunque en ambos puntos se dan los mismos casos de “déjalo pasar por tanto”, según haitianos y dominicanos consultados.

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“Yo entro hasta cinco veces aquí a Pedernales y nadie me revisa, porque ya los militares me conocen y me dejan pasar, pero si ven a alguien desconocido, de inmediato lo abordan y si no da algo, lo devuelven”, dijo una comerciante haitiana, que rehusó dar su nombre.

Esta pared ya cuenta con 23 kilómetros de extensión, con una elevación de 12 pies y tiene dos vías de tierra a ambos lados para que se pueda patrullar en los seis puestos de vigilancia

Como ocurre con esta señora, también se da con otros extranjeros, quienes, por ser conocidos, no son revisados, por lo que podrían sacar y entrar cualquier mercancía.

“Aquí no hay control de nada, solo hacen bulto cuando ven la prensa. Aquí se trafica de todo, desde comida, drogas y combustibles”, afirmó un corresponsal dominicano en uno de los puntos fronterizos.

El Gobierno dominicano está construyendo un muro para evitar la inmigración ilegal de haitianos, una obra que en este lado de la frontera es considerada como positiva, aunque muchos creen que no detendrá el flujo hacia la parte este de la isla.

Juan Julio Gómez

Veterano periodista que escribe temas internacionales sobre geopolítica, deportes y asuntos bíblicos. Ha trabajado para varios medios internacionales durante su larga trayectoria en la carrera.