Editorial

Mucho cuidado

Mucho cuidado

Sin que aún patronos y trabajadores logren arribar a un acuerdo sobre aumento del salario mínimo, se anuncia ahora una reforma al Código Laboral, iniciativa motorizada por el sector patronal, que ya antes había reclamado eliminar de ese texto las figuras del preaviso y de la cesantía, consideradas conquistas laborales.

Aunque el presidente Danilo Medina designó una comisión compuesta por representantes del sector sindical, Gobierno y empleadores, no deja de sorprender que se procure modificar ese código en momentos en que  las relaciones obrero-patrón están en su menor nivel.

Juristas expertos en derecho laboral de la talla de los doctores Rafael Alburquerque y Julio Aníbal Suárez, han advertido sobre las consecuencias negativas que acarrearía un improvisado o atropellado proceso de modificación del Código Laboral, más aun si se pretende conculcar derechos adquiridos por los trabajadores.

Además de un indeseado clima de tensión obrero-patronal, un brusco corte de derechos en las normativas laborales colocaría a República Dominicana en riesgo de sufrir sanciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que se reflejarían en los planos comercial, diplomático y político.

Las seguridades ofrecidas por el ministro de la Presidencia, licenciado Gustavo Montalvo, de que el Gobierno jamás auspiciaría una reforma laboral sin que previamente se estructure un consenso bien fundamentado, sirven de bálsamo ante un justificado temor de que lo que se propiciaría sería un recorte de derechos y conquistas consignadas en el texto vigente.

La cúpula empresarial ha reclamado modificar el Código de Trabajo en aspectos relacionados con el seguro de salud, prestaciones laborales y las vacaciones de ley, conquistas laborales que tienen vigencia desde la tiranía, por lo que resultaría un contrasentido que se pretenda conculcarlas en tiempo de mentada democracia.

Como forma de elevar confianza y conciencia de que los cambios que se efectuarían en ese código serían en base a un consenso amplio y una reforma integral, el sector patronal debería motorizar cuanto antes el anhelado aumento del salario mínimo, todavía estancado por una irracional actitud de los empleadores.

Una reforma laboral no puede ni debe realizarse en base a criterios unilaterales ni para condicionar niveles de competitividad y aumento de la producción con la necesidad de eliminar derechos y conquistas alcanzadas con sangre, sudor y lágrimas por la clase trabajadora.

El Nacional

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