Ayer, 22 de mayo, fue el Día Internacional de la Diversidad Biológica o Biodiversidad, establecido desde el año 2000 para crear conciencia acerca de su importancia para los seres humanos y la necesidad de cuidarla y preservarla para las futuras generaciones. Un término creado en 1985, referido a la gran variedad de seres vivos existentes -animales, plantas, microorganismos- que nacen, crecen y se desarrollan en los ecosistemas.
El Convenio sobre la Diversidad Biológica, firmado en 1992 y aprobado por 196 países, busca el cuidado del planeta señalando la importancia de toda la variedad de seres vivos que hay en la Tierra y reconociendo la biodiversidad para la evolución y para el mantenimiento de los sistemas necesarios a la vida de la biosfera. Y como país, somos signatarios, habiéndolo ratificado en 1996.
Como la resistencia, el tradicionalismo y la falta de compromiso con el futuro mantiene una colonialidad de todo el panorama y combate el género -característica de nuestra sociedad humana- recordamos la necesidad y compromiso de su perspectiva para la utilización y la gestión de los recursos naturales. Porque, hombres y mujeres, por los roles arbitrarios establecidos hoy, tenemos diferentes roles y responsabilidades y hay que tomarlo en cuenta.
“Las diferencias profundas de género se vuelven evidentes en relación con las oportunidades económicas y el acceso y control de la tierra, los recursos de la diversidad biológica y otros bienes productivos y el poder de adopción de decisiones, así como en la vulnerabilidad frente a la pérdida de la biodiversidad, el cambio climático y los desastres naturales”. (https://dev-chm.cbd.int/gender/?lg=es).
Comprender las prácticas diferenciadas por género y los conocimientos de las mujeres y los hombres relativos a la diversidad biológica fortalece su conservación, y lo recordamos a propósito del día de ayer. No vaya a pasarnos como con los Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos, incumplidos aquí por la misoginia tradicional, ensartada con el poder politiquero que nos gobierna tan “democráticamente” a través de las iglesias.
Y recordarlo a propósito de la rapiña con que el sistema político partidario reaccionó con la justa y encomiable acción de desmonte de corrupción de la dirección de Medioambiente, dejando ver el refajo de actores/as que ejercen la política para beneficiarse como sea, “normalizando” prácticas enviciadas y hasta con orgullo.
Con más de 27 Tratados Internacionales y más de una docena de instrumentos en política sobre el tema, las dominicanas no estamos incluidas.
La sociedad nos damos cuenta de quien es quien, y exigimos, aclaramos, evidenciamos. Esperamos insistiendo que las mujeres, somos importantes.