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Napoleón

Napoleón

Elvis Valoy

De Napoleón Bonaparte se han escrito cientos de libros. El emperador nacido en Córcega genera pasiones y rechazos a partes iguales. Empero, la imagen que del exiliado en la isla de Elba tiene el preclaro director británico Ridley Scott le ha granjeado lisérgicos ataques en Francia.

El prejuicio vino desde que se anunció el filme, pues mucho antes de que el insigne autor del celuloide Thelma and Louise exhibiera Napoleón, ya varios sectores galos (principalmente historiadores), habían levantado vitriólicas críticas a la película basada en el polémico personaje de la batalla de Waterloo.

Que María Antonieta tenía el pelo más corto cuando fue guillotinada; que Bonaparte estuvo a 800 kilómetros de ese lugar y no presenció la ejecución; que el actor Joaquín Phoenix tiene más edad que la del cabecilla del 18 Brumario cuando ocurrieron esos hechos; que el conquistador de Egipto no cañoneó las pirámides…todas esas descalificaciones persiguieron infructuosamente invalidar la cinta cinematográfica. 

 Sin embargo, hay que partir de la premisa de que la obra artística del creador de Blade Runner no es un biopic ni mucho menos un documental histórico: Napoleón es la visión radiográfica de Scott sobre el exitoso estratega militar francés.

El hombre de Gladiador partió de una sencilla hipótesis o storyline (como le llaman en el cine) a la hora de construir su discurso dentro del séptimo arte, y es que para él: «Hay un escudo de armas de general escondido en la mochila de cada soldado».

 La actuación de Joaquín Phoenix es plana (flat), pues al parecer el personaje no permitía grandes estridencias ni mucho histrionismo, como lo hizo en Joker. Vanessa Kirby en su papel de Josefina, ya tiene un pie en la pasarela de los Oscar por su trabajo.