Editorial

Ni un minuto

Ni un minuto

El Ministerio de Educación  prepara un programa  destinado a recuperar tres semanas de clases perdidas en las escuelas públicas a causa de  suspensión de docencia por reclamos de aumento salarial o por extensión de días feriados, un esfuerzo que equivale a salvar el año escolar seriamente amenazado por las frecuentes ausencias en las aulas de maestros y alumnos.

La Asociación Dominicana de Profesores (ADP) ha advertido que retomará  su lucha por incremento  de sueldos y que   iniciará una campaña  de movilización similar a la emprendida en favor del 4% para la educación, lo que  conllevaría a riesgo de más  pérdida de docencia, aunque el gremio dijo que  sugeriría  medidas para evitar que se malogre el año lectivo.

Ninguna justificación sería valedera si por  elevados niveles de irracionalidad de maestros o autoridades,  el calendario  escolar no se llega a completar, porque  se estaría negando a millones de estudiantes el sagrado derecho a  recibir educación continua y de calidad.

La brecha entre alumnos de colegios privados que asisten regularmente a las aulas sin ningún contratiempo,  y  estudiantes de planteles públicos  que literalmente no saben el día cuando podrían permanecer en las aulas, es una forma intolerable de discrimen porque se condena a una gran masa humana a la ignorancia o mediocridad y, por consiguiente, a padecer inequidad social.

Es previsible  que el calendario reivindicativo de la ADP conlleve más  suspensión de docencia, por lo que el programa que prepara  Educación debe proveer garantía de  reposición de cada minuto de clase  que se pierda,  sin importar si  se convoca a estudiantes y profesores para los días sábado y domingo o se extiende el horario de impartir enseñanza.

Lo racional sería que  cualquier  concentración, manifestación, asamblea o reunión de maestros se realice fuera del periodo de docencia y que por ningún motivo se  degraden los programas  relacionados con cada asignatura, en el entendido de que es deber y obligación garantizar calidad de la enseñanza.

Padres y tutores  tienen también que cumplir con su  elevada cuota de responsabilidad, que incluye  enviar a sus hijos a la escuela, supervisar los planes de estudios  e interactuar con  los profesores sobre  mejor manera de recuperar el valioso tiempo perdido.

El año escolar debería ser declarado por  autoridades y maestros como de  altísima  prioridad nacional para que la comunidad educativa se comprometa  a reponer  pérdida de docencia y a no perder ni un minuto  de clase en favor de la formación de  más de dos millones de estudiantes de escuelas públicas, la mejor  forma de construir  futuro.

El Nacional

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