No hay manera de detener o desalentar la prematura campaña electoral, que aflora desde hace meses en forma subrepticia o abierta en litorales del Gobierno y de la oposición, al punto que temas esenciales para el abordaje o discusión pública ceden ante iniciativas partidarias relacionadas con promoción de candidatos.
El partido Revolucionario Moderno (PRM) convocó a su dirección a una especie de jornada reflexiva de tres días en Jarabacoa, durante la cual, entre otros temas, abordarían la relación de la organización con la sociedad, pero el documento que conoció la opinión pública estuvo relacionado con las acciones que emprendería para retener el poder.
Los partidos Fuerza del Pueblo (FP) y de la Liberación (PLD) celebraron sus congresos y jornadas de elección o escogencia de sus cuadros directivos, pero en ambos casos, las direcciones políticas no concedieron jerarquía a la divulgación de documentos autocríticos, bajo la premisa quizás de que la alfombra del olvido oculta errores del pasado.
El ejercicio de la actividad política parece estar influido por el marketing político que moldea la forma sin tomar en cuenta el contenido por lo que la superficialidad se impone sobre estrategias que apunten hacia la transformación del Estado para garantizar una sociedad justa e inclusiva.
En el litoral del gobierno, el presidente Luis Abinader trata de evitar que la mayoría de sus funcionarios involucrados en tempranero activismo electoral ladeen la barca oficial hacia turbulentas aguas de anarquía política, lo que no ha logrado del todo pese a su denodado esfuerzo.
Lideres y dirigentes ignoran que el mundo está envuelto en gruesa capa de incertidumbre, con riesgos de expansión de guerras, agudización de crisis económica y comercial y agravamiento del cambio climático, definido por el presidente Donald Trump como “la mayor estafa jamás perpetrada contra el mundo”.
La crisis de Haití es un enorme peligro para la estabilidad política, social, económica y para la soberanía de este país, un tema tan trascendente que obligó a gobierno y liderazgo partidario a abordarlo con espíritu de consenso.
Como resulta muy difícil contener la actividad proselitista en el ámbito oficial y desde la oposición, lo mejor sería que esa gestión centre en debatir sobre temas de gran interés para la nación relacionados con economía, presupuesto, salud, empleo formal e informal, vivienda, agropecuaria, minería, endeudamiento, inflación, medio ambiente, migración y seguridad.
Por el lado del gobierno se destaca el liderazgo de Abinader y del ex presidente Hipólito Mejia, y por la oposición, de los exmandatarios Leonel Fernández y Danilo Medina, por lo que ese debate sugerido puede versar en lo que se hizo, se hace y se haría. Ojalá se animen.