Opinión Articulistas

Ojos en Europa

Ojos en Europa

Orlando Gómez

La película “Tora! Tora! Tora!” (1970) le atribuyó al general japonés Isoroku Yamamoto la cita “temo que todo lo que hemos hecho es despertar a un gigante dormido y llenarlo de una terrible determinación” luego del ataque sorpresa japonés a los Estados Unidos en Pearl Harbor.

La frase muy bien podría hoy explicar lo que hoy estamos empezando a ver en Europa que, luego de un letargo de 80 años, parece estarse levantando con temible determinación.

Desde la formación de Roma y el Imperio Romano, Europa fue el centro de la civilización occidental y por milenios esta expandió su influencia en todo el mundo. Luego de la 2da Guerra Mundial y el colapso de los imperios europeos, los países europeos concentraron sus esfuerzos en mantener la paz en su continente y servir de soporte a la Pax Americana de la post-guerra.

Al dar un paso hacia atrás, asumir un rol geopolítico secundario y permitir que Estados Unidos asumiera el protagonismo de la defensa de los valores de la libertad y la democracia en el mundo, permitió a los europeos ser más complacientes. Esto implicó una Europa más enfocada hacia lo que ocurría dentro de sus fronteras, reducir los gastos en defensa, incrementar sus gastos sociales, expandir la unión continental, llevar una política comercial más conservadora fuera de sus fronteras y experimentar con la regulación económica del bloque.

Sin embargo, los últimos 10 años se han convertido en un punto de inflexión para Europa y en los últimos meses hemos empezado a ver un cambio dramático en la postura europea frente al status quo. La desestabilización de Estados Unidos, la invasión rusa de Ucrania, la guerra comercial, entre otros factores parecen haber despertado al gigante.

El reporte sobre la competitividad europea realizado por Mario Draghi, el ex-presidente del Banco Central Europeo, el plan continental para incrementar su producción militar, la iniciativa de Emmanuel Macron de situar a Europa en el centro de la solución al conflicto entre Rusia y Ucrania, la propuesta de Christine Lagarde, actual presidente del Banco Central Europeo, de crear una alternativa de procesamiento de pagos europea, el plan de gastos de Alemania pasados por el nuevo Canciller Friedrich Merz que pone fin a su conservadurismo fiscal, la propuesta omnibus de desregulación de la Comisión Europea, entre otros ejemplos evidencian ese despertar.

Y no deben existir dudas de que Europa es, en efecto, un gigante. Sólo en la Unión Europea viven cerca de 450 millones de personas, ese número aumenta significativamente si se incluyen las poblaciones de países como Reino Unido, Suiza o Ucrania que si bien no forman parte de la UE sí están alineados bajo los mismos principios. La economía de la Unión Europea solo está detrás de la economía de Estados Unidos en cuanto a tamaño, excede a esta en capacidad de manufactura, y su fuerza militar es comparable a la de nuestro vecino del norte.

Es cierto que en distintos momentos del pasado el liderazgo europeo habló mucho de una Europa más unida y de mover el músculo geopolítico de Europa en una sola voz, para que al final todo quedara en palabras.