Aprendí el término “vergüenza ajena” de mi abuela, quien a menudo lo utilizaba cada vez que una persona provocaba con su actuación que quisiera “meterse debajo la mesa”.
Vergüenza ajena es lo que he experimentado al oír las declaraciones del presidente de Irán, refiriéndose a la reciente votación del Consejo de Seguridad de la ONU con respecto a la renovación del embargo, el cual fue rechazado unánimemente, excepto por los Estados Unidos y “una minúscula isla del Caribe: la República Dominicana”.
Creo que al paso que vamos lograremos el reconocimiento internacional que tanto anhelamos, como la más exitosa neo-colonia norteamericana en el continente, y ahora a nivel mundial. Espero que nuestro nuevo Canciller, profesional de larga data, hombre serio y solidario, a quien conocimos en Washington, por su lucha en defensa de los derechos humanos, logre restaurar, en los próximos cuatro años, la imagen tan deteriorada que tenemos en todos los ámbitos.
Primero frente al Caribe, por la ley retroactiva al 1929 que despoja de su nacionalidad a los dominico-haitianos, quienes nunca han ido a Haití, no saben creole, ni mantienen relaciones filiales con nadie en Haití; algo que de ser emulado por Trump implicaría la deportación de miles de dominico-americanos, hijos de trabajadoras ilegales dominicanas, que fueron a dar a luz USA para garantizar su status migratorio.
Y, frente a los países musulmanes, que espero entiendan que esa decisión no se tomó durante el gobierno actual, liderado precisamente por un nieto del Líbano, rodeado ahora de múltiples descendientes de países árabes.
Ahora ha provocado mi vergüenza ajena el diputado Alfredo Pacheco, con fama de negociador con dotes de “tiguere”, quien intentó sorprender a todos los demás diputados con la aprobación de una ley sobre el aborto donde no se incluyen las tres causales que protegen la vida de las mujeres y las niñas.
Cada vez que un hombre público hace eso se vuelve sospechoso de pedofilia, se desacredita como padre, esposo, hermano…, porque hay que estar muy deshumanizado para objetar (“posponiendo”), una resolución que ha sido aprobada por 79% de los católicos en su totalidad; por 76% en la inviavibilidad (feto fuera de los órganos reproductivos) y 66% en la causa de violación, o incesto, según datos enarbolados por la marcha ecuménica de Acción Cristiana Dominicana.. Ningún padre, o madre de familia, con hijas, estaría de acuerdo con que si le violan a una hija esta tenga que parir un hijo de su violador.
La medida para no equivocarnos nunca es ponernos en lugar de los otros y otras, pensar esa niña puede ser mi hija, esa mujer mi esposa o hermana. Amar a la otra como a ti mismo, querido Pacheco.
Por: Chiqui Vicioso
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