Las últimas incursiones de pandilleros en barrios de Puerto Príncipe reafirman que la seguridad y el orden son todavía una tarea difícil de resolver en Haití, a pesar del despliegue de soldados de Kenia, Jamaica y Bahamas para ayudar a enfrentar la violencia.

Cada acto en la vecina nación repercute en esta parte de la isla, de forma tal que tiene que reforzarse la seguridad fronteriza para contener el trasiego de haitianos que huyen por su seguridad.

Las incursiones de las pandillas representan una advertencia a Estados Unidos y la comunidad internacional sobre la necesidad de proporcionar los recursos necesarios para facilitar el despliegue de más tropas, debidamente equipadas.

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República Dominicana, que ha denunciado en todos los escenarios la crisis haitiana y su impacto en la región, no es la solución a la violencia, la inestabilidad y la ingobernabilidad en aquel país.

De manera desafiante los pandilleros se pasean como amos y señores por las calles de la capital, abriendo fuego ante el menor movimiento y sin medir las consecuencias.

Aunque se ha dado cuente de la eliminación de unos 20 pandilleros el panorama en Haití, que también sufre escasez de alimentos, medicamentos y de servicios básicos, es sombrío.