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Pinocho: La verdad de la mentira

Pinocho: La verdad de la mentira

Pinocho: la verdad de la mentira es una obra que será puesta en escena en el teatro Guloya.

Se miente, por falta de fantasía, también la verdad se inventa, escribe Antonio Machado; y Claudio Rivera, director, actor y dramaturgo, en su más reciente obra Pinocho, a través del personaje Yepeto, nos dice : él arte es magia, magia liberada de la mentira que algunos hacen pasar como verdad¨.

Maravilloso espectáculo es este Pinocho del Teatro Guloya, en este mes de marzo, mes del teatro que coincide con las aperturas de las salas de teatro en estos tiempos de pandemia.

Purísima poesía, clarísima claridad, bella y transparente es esta puesta en escena del teatro Guloya; que ocurre, cuando la sala está en penumbras, en donde se encuentran inmersos, espectadores y actores, así sucede entonces que a través del impulso de las acciones, de lo preciso del gesto y por la imagen que hechiza, el espacio se transforma en una poza azul-malva, como aquellos ríos del Cibao que por claro no eran menos hondo, y allá en lo profundo se veían corazones como piedras y peces y emociones, y sensaciones y lágrimas apareciendo y desapareciendo en el fulgor de la escena.

El teatro Guloya sabe muy bien que todo como el mar es, superficial y profundo a la vez.

Fiesta, misterio gozoso. Celebración de la vida, resurrección del teatro es este pinocho del teatro Guloya, en estos confusos inciertos y neblinosos tiempos de pandemia.

Educación sentimental, escuela del corazón es esta obra de teatro, la cual es imposible analizarla desde la razón.

Esta obra de arte nace del corazón de sus creadores y solo desde el corazón y con el corazón de los espectadores, podemos acompañar, leer y disfrutar este maravilloso espectáculo.

El corazón tiene razones que la razón desconoce,¨´ y el arte y el teatro es una barca, un lenguaje, un impulso, un viaje que nace en los sentidos de sus creadores y culmina en los puertos del corazón de sus espectadores, iluminados por el fulgor de sus sentidos y de su sensibilidad.

Fábula viajera es este Pinocho del Guloya, fábula que se aleja y se acerca a la historia original escrita por Carlos Collodi: fábula que se inicia en los talleres de Yepeto, cuando le crece la rama a un Pinocho adolescente, junto a la nariz y las espinas, primera lección de educación sexual, impartida por su padre Yepeto, educación sentimental que pasa por la escuela, escuela correccional escuela cárcel que nos recuerda a Foucault, y el castigo, y el golpe de la regla, y la tortura del pizarrón, y Pepe grillo, pelotero, policía interior disfrazado de pelotero.

Y la llegada a la isla de la felicidad y al consumo como adicción, y la cripta, y el sexo como mercancía, y la crítica social y la educación como manual y la mentira escrita en forma de historia, y el diputado, y los diputados que han hecho del Congreso de la nación pocilga y estercolero, y la partida, y el regreso del hijo pródigo, y Pinocho en búsqueda de su libertad, y las verdades convertidas en mentiras, y la mentira que se recrea como verdad, y Pinocho tocando fondo.

Y el encuentro con Yepeto en el vientre de la ballena que se llama Soledad y el retorno como forma del amor y la solidaridad.

Las formas toman sentido y el sentido se dilata y hace vibrar la forma, de tal manera que el espectador conmovido en lo más profundo de sí mismo, empieza a preguntarse atrapado en el dilema de un títere: ¿estoy vivo en el corazón de un títere? Quién es más humano, el títere o el hombre?.

El pulso vital de la obra ya no se puede medir, una profundidad se acrecienta, llegamos al final, un corazón muy grande se abre iluminando el escenario; Yepeto y Pinocho, director y actor, padre e hijo, público y espectáculo se abrazan, parecen escucharse, latidos, ya no hay tristezas ni alegría ni salud ni enfermedad, solo un corazón vivo que palpita y que grita: ¡Viva la poesía! ¡Viva el teatro! ¡Viva la vida! y ¡viva el teatro Guloya.

Por: Ángel Concepción

angelsinpantalones@gmail.com

El autor es creativo.

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