Tal vez no sería extraño que en República Dominicana haya una sentencia que ordene a la mujer-aunque nada tiene que ver con este hemisferio- tocarse con la burka, a la usanza del Estado islámico y que, al mismo tiempo, se legisle a favor de que se atenúe o morigere la pena que castiga el feminicidio.
Luego de que, como si estuviéramos en el medioevo penalizaran las causales sobre el aborto de la mujer dominicana- sobre todo a las pobres de solemnidad-, también no causaría asombro el que se legisle porque de manera obligada; por ley, se estatuya para determinar a qué hora, día y mes, debe menstruar.
Asimismo, podría erigirse una figura eclesiástica a lo Fray Tomás de Torquemada; que se instaure otra Inquisición a fin de castigar a los que, con su derecho, se declaren ateos, y en el menor de los casos laicos. Y encajaría bien, porque habiendo estado ordenado como Domínico, se correspondería con un país cuyo nombre es, República Dominicana. ¡Vaya coincidencia! Por algo se aborrecen los ateos y se discrimina a la mujer.
Según van las cosas, en un Estado-iglesia tan atrasado que se prohíbe a la mujer defender su legítimo derecho a interrumpir embarazos ectópicos, cuando hay violaciones, incestos y riesgos de deformaciones, no sería absurdo el que las damas que pretendan activar políticamente, sean sometidas a pruebas que demuestren si en el pasado se han practicado algún aborto.
Los legisladores, muchos de ellos con doble moral e hipocresía, porque de seguro alguno ha costeado embarazos en jovencitas y mujeres de las que han abusado, han decidido arrodillarse ante las demandas de la Iglesia Católica y sectores retardatarios.
Pero increíblemente esa iglesia que aboga por el respeto a la vida desde su concepción es la misma que, con el celibato, trata de que no se desarrolle. Es decir, su dogma, a la vez que pide conservar la vida de los humanos, por otro lado, impide su reproducción.
Tal vez los legisladores, en su afán de castigar a la mujer dominicana, por asuntos de abyecciones, más que religiosas políticas, se apresten a reprimir a cada mujer apelando al capítulo del Génesis de nuestra Biblia que reza: “tu deseo te llevará a tu marido, y él tendrá autoridad sobre ti”.
Con una política cobarde y abusiva sustentada además por el machismo bíblico, tal vez en cuanto a la procreación, estén de acuerdo con el pasaje de Levítico 12: 2,4, 5, que dice: “Si la mujer da a luz a un varón será impura durante siete días y seguirá purificándose unos treinta y tres días más.
“En cambio sí alumbra a una niña, será impura durante dos semanas y seguirá purificándose sesenta y seis días más” finaliza Levítico con este absurdo en que, si la mujer da a luz una hembra, es más impura. Tal vez la retorcida conducta de nuestros legisladores, para afianzarse más en el poder, entiendan como válidas estas lecciones de machismo.