Es sabido que los hechos históricos no se transmiten de manera objetiva, las personas que transmiten sucesos, aun atestiguándolos directamente, los evalúan e interpretan a su manera, dependiendo de sus creencias y prácticas, y del impacto que producen para ellas.
En el caso de la historia, lo notable es que, quienes “ganan”, son las personas a difundir la versión socorrida y asumida y, lo interesante, es que, esas interpretaciones subjetivas no tienen por qué ser fijas en la historia que, afortunadamente, las reinterpretará generaciones después.
Como escribe el historiador español de origen argentino, Carlos Belloso Martín, de la Universidad de Valladolid, “Las guerras las escriben los vencedores.
Desde la Guerra de las Galias de Julio César hasta nuestros días, es más o menos la misma historia.
Pero el caso es que la historia suele interpretarse a través de los ojos y a la luz del momento presente.
En otras palabras, evolucionamos y cambiamos. Y cada vez que volvemos la vista atrás, el pasado adquiere un sesgo diferente, con mayor énfasis en uno u otro elemento”.
Sobre la Navidad, la explicación más socorrida, se relaciona con una serie de decisiones políticas tomadas por los altos mandos de la iglesia cristiana en los siglos III y IV, como la más determinante, la sugerencia del Papa Julio I, en el año 350, con la oficialidad del poder del Emperador Constantino y decretada 4 años después por el Papa Liberio, que estableció el 25 de diciembre el día del nacimiento de Jesús, como estrategia a la expansión religiosa cristiana.
Una decisión estratégica de superponer la fiesta cristiana sobre las celebraciones paganas de Roma para facilitar la conversión masiva al cristianismo, que se fijó entre los años 320 y 350 d.C. ya que, la fecha del nacimiento de Jesús no se menciona en la Biblia.
Hemos conocido una historia sesgada, favorecida por la perspectiva particular de una versión distorsionada de los hechos por intereses basados en intenciones políticas de manejo de poderes, que nos contaron partes que convenían, simplificando una realidad que, probablemente fue diferente.
Hoy es entendible esta manipulación de hechos y relatos debido a las nuevas TIC, con narrativas falsas en el mayor porcentaje, que se nos hacen creer a fuerza de sugestión, por eso, es propicia la ocasión para aclarar nuestras mentes para poder avanzar en la verdad de tener que nacer -y eso si es cierto- al mensaje de Amor de Jesús. Al verdadero. No importa en qué fecha haya nacido.

