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Premios literarios y los escritores

Premios literarios y los  escritores

Se atribuye a Alfonso Reyes lo siguiente, que se publican libros para no pasarse la vida corrigiéndolos. Con el sentido de humor y acierto que tuvo ese mexicano ilustre, no hay que dudar que el anterior señalamiento le pertenezca, sea su autor. Lo mismo pasa cuando se participa en un concurso literario.

Se participa porque no se tienen los cuartos, a veces, para su publicación de manera independiente y sale menos costoso tirar varias copias, encerrar en un sobre el nombre y el seudónimo y en la primera pagina del título de la obra inédita, otra vez el seudónimo y a soñar se ha dicho con el dinerito que el autor busca alzarse, algo así como el santo y la limosna, que se llama ganar y que lo paguen cuando haya fondos, como sucede a veces.

Entonces se gana el premio, más toda la alegría que cabe en el corazón. Una bullita y al olvido ese libro. Además del Jurado que concedió el premio merecidamente, ¿habrá otro lector por ahí, compasivo que lo lea?.

En confesión, yo también participo y perdiendo me evito exhibir que soy un laureado hasta hartar a los otros, sin que nadie me lea. Pero dentro de tantas preguntas que se hace el que pierde, desde darle un pique que se le suba la diabetes y la presión por no haber sido elegido ganador, también viene de boca de los perdedores que fue manipulado, cabildeado y mil barbaridades más.
¿Se lee ese texto que ostenta el sello de elegido por un año como un libro importante dentro de las letras nacionales? Lo dudo. ¿Significa algo ganar además de poner en la solapa de otro libro que eternamente que se ganó, “sin lectores”?

Es posible que nadie en ese momento y en otros, en la vorágine de la eternidad a la que pertenece un libro impreso, se lo esté leyendo. ¿Se debe a que un concurso ni un premio consagra, hace lectores y menos escritores? ¿Motiva a lectores a buscarlo como pan caliente? ¡Ja! ¿A qué se debe eso?, ¡Vaya usted a saber!
Los premios están por pipá, rodando en las letras nacionales, por instituciones públicas y privadas, desde hace décadas, esperando lo que nunca ha de llegar: ¡Oh Dios, un Lector! Se dan premios de consagración que ni los mismos escritores les hacen el favor, por la razón que sea.

De ahí, que lo que vale de esos premios son los cuartos, el dinerito que resuelve problemas, el resto… ¿Tienen la difusión debida esos libros por parte de las instituciones para que se conozcan, además del nombre de los autores y que lo ganó a no ser que imprimirlos?

Vuelvo y me pregunto: ¿Por qué ese autor que recibe esos chelitos, en el caso del premio que ya no dan ni para comprar una casa sino para un buen jumo, en caso que esté publicado no los agarran y publican una segunda edición y les pone un cintillo que diga: Premio Nacional año 2021, y a difundir se ha dicho el libro, el hijo de la imaginación para el sosiego de un lector buscador como el célebre Diógenes, no un hombre sino un libro que leer ¡Oh, no! Si está publicado de ahí no pasa.

Entonces, ¿le importa a ese autor su obra a no ser que no sea que se ganó tal año tal premio, o que recibió el Gran Soberano, perdón por Acroarte, el premio de Consagración… de Maestro de las Letras Nacionales?

Respiro hondo y apelo a una experiencia en una biblioteca pública del Distrito Nacional, en la que tomé un libro y al abrirlo, alarmado corro para donde la encargada. Le digo que el libro tiene un hervidero de trazas, respondiéndome ella, que quien la dirigía estaba cansado de informarle a la institución reguladora que procediera a fumigar. Alarmada la bibliotecaria me pidió que devolvieran el libro donde lo encontré para que las trazas no contaminaran al libro de al lado.

Reitero, se publica para no pasarse la vida corrigiendo el libro soñado, sin importar que su contenido sea bueno o malo, y el hecho que se publique y se participe en los concursos, es para que nos los publiquen en caso de que ganemos, aunque el autor tenga el dinero, le duele invertirlo en ese trozo de la imaginación hijo de su imaginario agonizante. El resto es historia, ¿Patria? Ojalá.
El autor es escritor.

El Nacional

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