ESTO PIENSO, ESTO CREO

Presiento que el Estado se teme a sí mismo

Presiento que el Estado se teme a sí mismo

Ramírez Ferreira

Reconozco que muchas veces es incorrecto hablar sobre determinadas situaciones que escapan a nuestro conocimiento sobre los factores que inciden en el comportamiento, muchas veces avieso e inaudito, de la policía nacional, sin tomar en consideración la relación que existe entre la fatiga, la indisciplina, las malas condiciones que rodean su trabajo y los errores de los mismos.

Aunque, cierto es, que, si no se cambia la forma de entrenamiento y adiestramiento de esa fuerza, de nada vale y ha valido la preparación, principalmente de abogados, que en nada contribuyen a evitar los fallos de oficiales y alistados en su conjunto.

Si existe otra manera menos fuerte, fuera de cambiar la capacitación de este organismo, no sé cual pueda ser, pero, lo que, si sé, es que mientras no se instaure una férrea disciplina en ese organismo policial, solo continuará siendo una turba de hombres mal entrenados, mal educados, muy caros e inservibles para llevar a cabo la tarea por y para la cual existe y es que, la transformación de ese cuerpo parece como si se tratare de una performance cuando es mucho más complejo que eso

Y, por igual, sucede con otros organismos del Estado, donde, al parecer, la desidia ha hecho metástasis sobre el desempeño o comportamiento que deben de ejecutar dentro de sus obligaciones, escritas o por costumbres, para el efectivo desempeño de las funciones reales inherentes que dieron lugar a su existencia.

En tanto todo se desmorona, y por encima de las buenas intenciones del Ejecutivo, comienzan a aparecer personajes que, por cerca de dos décadas, estuvieron repartiendo millones a granel -y que aun no han tenido la suerte de recibir una invitación de la justicia para hablar sobre este asunto- sin que estas acciones hayan influido en la disminución de la miseria, peor aún, causando que muchos que pertenecían a la clase media baja, se hayan ido por las cloacas de las indelicadezas, directo al hoyo de la pobreza.

La campaña está en pies y muchos de aquellos que deberían estar pensando en sus defensas para no ir a la cárcel, ya están sacando la cabeza, claro está, que de una u otra manera, han recibido el plácet para no hurgar dentro del basurero de la corrupción que aun no se ha tocado.

Esto, me da a entender, que, al parecer, el Estado no confía en si mismo ni en sus organismos al verse precisado a buscar fuera la honradez y eficiencia de la cual, en apariencia, hace tiempo carece.

Toda esta situación ha llevado a cabo, que esa desconfianza en sí mismo, lo haya forzado a la creación de variados organismos al no poder actuar con la eficiencia y rigidez que debería, acosado por la segmentación del  mismo Estado que permite la creación de elementos dentro de sí que lo mantienen abrazado como hacen los osos y, todo esto, tomando como fundamento una democracia culeca, débil y manipulada por las negociaciones de aposento a las cuales se ve obligado por las circunstancias.

Recordando además que no solo es la Policía la causante del caos y la inseguridad que este conlleva, sino, que esta situación la vemos hasta en los peajes, donde, a pesar de estar establecidos desde sus inicios los carriles rápidos, tanto para vehículos livianos como pesados, ya los primeros han sido autorizados a utilizarse por los que dominan el monopolio del transporte pesado, convirtiendo el paso de los vehículos livianos, en todo un desmadre, a pesar de usted pagar un Paso Rápido. Y esto por qué, porque así de débil es nuestra democracia y nuestro Estado. ¡Sí señor!

El Nacional

La Voz de Todos