Apertura
Con una economía anquilosada por un modelo insostenible, Cuba, que necesita entre 2,000 y 2,500 millones de dólares anuales para dinamizar su aparato productivo, no ha encontrado otra fórmula que la apertura a la inversión extranjera. Con excepción de la salud, la educación y las instituciones armadas, el capital foráneo podrá incursionar en todos los sectores a través del plan de reformas aprobado a unanimidad por la Asamblea Nacional.
Eso de que la bienvenida al capital extranjero no signifique “vender el país” o “regalarlo en pedazos” no es más que mera retórica del presidente Raúl Castro para ocultar urgencias que se han tornado más inciertas con la crisis que sacude a Venezuela, uno de sus principales aliados.
Para acelerar el crecimiento económico se necesita un aumento del Producto Interno Bruto (PIB) entre el cinco y el siete por ciento como mínimo, lo que demanda tasas de inversión anual en torno al 20%. Solo la inversión extranjera puede rescatar a Cuba del abismo, ayudándola a diversificar y ampliar los mercados de exportación, crear empleo, sustituir importaciones y acceder a tecnologías.