La hora.-
La cuarta transformación prometida por el izquierdista Andrés Manuel López Obrador al juramentarse el sábado como Presidente de México es una de las muchas incógnitas que se advierten sobre su ejercicio del poder.
Con el control absoluto del Congreso, el líder de Morena, que tras su elección moderó su discurso y ha evitado roces con el presidente estadounidense Donald Trump, no tiene mayores obstáculos para impulsar grandes transformaciones.
El problema está en que los cambios puedan asustar a los mercados y provocar una estampida de la inversión extranjera.
De hecho hay muchas reservas sobre su gestión, aunque la élite se ha identificado con sus proclamas para combatir la corrupción y la violencia como dos de los principales males de la sociedad mexicana.
Las expectativas son obvias, aunque ya López Obrador mostró sus credenciales cuando gobernó el Distrito Federal.
