Si el procurador general de la República está tan desconcertado del sistema judicial lo menos que ha debido es renunciar. Pero no, Francisco Domínguez Brito se aferra a una retórica moralista para encubrir las deficiencias que le atribuyen magistrados tan acreditados como Miriam Germán, con que ha actuado en procesos, entre muchos otros, como el del senador Félix Bautista.
“Si no tenemos una moral fuerte, este sistema de justicia puede provocar nuestra destrucción y hacer que impere la impunidad”, dijo Domínguez Brito para cuestionar la sentencia que rechazó su apelación para que el secretario de organización del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y otros imputados fueran enviados a juicio por enriquecimiento ilícito, lavado de activos y otros cargos.
El componente político es lo que para muchos primó en el fallo. Y si bien Germán y la magistrada Esther Angelán Casasnovas estimaron que había pruebas suficientes para juzgar al legislador y dirigente peledeísta, la verdad es que Domínguez Brito tuvo todo el tiempo habido y por haber para estructurar un expediente sin la menor debilidad de tipo jurídico.
A la desconfianza que se cierne sobre los tribunales en los sometimientos por escándalos de corrupción se agrega, en consecuencia, el mismo sentir en torno al Ministerio Público. Son muchos los que sostienen que las insuficiencias no son fortuitas, sino deliberadas, para que las acciones no prosperaran.
De no ser así, a pesar de que los casos se cuentan por montones, es claro entonces que los jueces de la querella tendrán que someterse a una rigurosa revisión. O depuración.
Para dejar más dudas sobre el caso Bautista y demás acusados, Domínguez Brito anunció que no apelará, a pesar de los reclamos de distintos sectores. ¿Por qué se rinde, en lugar, como había anunciado, de llevar el caso hasta las últimas consecuencias? Es dable pensar porque, tal vez, no podrá repetir los errores que se le han atribuido en las fases previas.
El procurador tiene que saber que la experiencia y formación de que goza no son para incurrir en las pifias que se le han atribuido ni para abandonar un caso que según él ha tenido un impacto tan negativo en la sociedad, por simple desconfianza en los tribunales de justicia.
De la única manera que justificaría un poco su decisión es renunciando del cargo, pero si no lo va a hacer, tiene entonces que dar los pasos que sean necesarios, pero con las pruebas correspondientes.
A pesar de que en este país todos nos conocemos, y se conoce al cojo sentado y al ciego durmiendo, las pruebas, conforme al actual modelo judicial, son necesarias para sustentar un expediente. Y más tan espinoso. Si cualquier ciudadano lo sabe, con más veras un abogado, aunque sea de pacotilla, que no es el caso de Domínguez Brito.