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Mucho se ha venido hablando sobre la educación superior en la República Dominicana y la poca cantidad de estudiantes que optan por estudiar ciencias, matemáticas, ingenierías y tecnología. De hecho, en propuestas anteriores he sugerido algunos “nudges” en nuestro sistema para incentivar a los estudiantes a estudiar esas carreras, pero creo que en la conversación no se ha dimensionado adecuadamente el problema.
Confrme los datos de la ONE, al 2023, apenas un 8.5 de los estudiantes en nuestras universidades están cursando la carrera de ingeniería y arquitectura. En contraste, el promedio en los países OECD para estos estudiantes en sus universidades es de 13.6%, lo que evidencia un claro rezago respecto de las economías a las que aspiramos alcanzar.
República Dominicana es un país cuya economía está motorizada por el turismo, las zonas francas y las remesas, el cual está habitado por doctores, abogados, educadores y administradores de empresas quienes se viven quejando de los hoyos en las calles, las debilidades de su sistema eléctrico, la pobre calidad del drenaje y el alto costo de las viviendas.
La diversificación de nuestra economía y la solución a los problemas que nos aquejan en nuestro día a día pasan por las manos de una de las profesiones más desatendidas y por eso quedamos a la espera de una solución que nunca parece llegar.
Si vemos nuestro balance comercial las exportaciones nacionales, que excluyen a las zonas francas, nos dicen que nuestra producción es esencialmente extractiva de productos primarios y que todo lo demás, lo que nos permite vivir como un país funcional, es enteramente importado.
En este espacio en más de una ocasión he propuesto cosas, como el desarrollo de una producción local de bienes para nuestro ejército, muy consciente de que tenemos la enorme barrera de que no solo no tenemos empresas que puedan atender esas necesidades, sino que no tenemos los suficientes profesionales capacitados para crearlas y mantenerlas.
En nuestro país ya hemos vivido la experiencia de incentivar de forma agresiva el estudio de carreras que entendemos son de alta necesidad, como fue el caso de la educación, el cual ha tenido éxito. En República Dominicana el porcentaje de estudiantes universitarios en educación alcanza el 12% de la población estudiantil, el promedio de la OECD es de un 10%, por lo que claramente sabemos como hacerlo de manera efectiva.
Es tiempo de que adoptemos una iniciativa agresiva para motivar el estudio de ciencias, matemáticas, ingenierías y tecnología, y esto debe ser un esfuerzo común del sector público y privado para de forma muy consciente promover la diversificación de nuestra economía por un lado, y por el otro para seguir creciendo y atrayendo más inversión.
Turismo, zonas francas y remesas ya han dado la buena lucha por nuestra economía para llevarnos hasta donde estamos, pero si queremos dar el siguiente paso como nación debemos empezar a desarrollar nuestras capacidades de hacer y construir cosas, y este no debe ser un enfoque puramente estatal, sino de nuestra misma clase empresarial si esta aspira a competir en los próximos 30 años con el personal mejor capacitado.