La explosión ayer de una planta envasadora de gas del sector La Esperanza, en Los Ríos, que arrojó un saldo de al menos 40 heridos, cinco casas y 15 vehículos destruidos, es apenas un ejemplo de lo que puede ocurrir en cualquier asentamiento humano donde opera ese tipo de establecimiento sin niveles mínimos de control y seguridad.
Vecinos del lugar dijeron que previo al estallido que se escuchó a varios kilómetros a la redonda, se sintió un fuerte olor a gas, clara señal de que se había producido algún escape en los tanques de almacenamiento del combustible, por lo que se procedió a poner en alerta a otros residentes, lo que evitó una desgracia mayor.
Se resalta la rápida y efectiva intervención de unidades del Cuerpo de Bomberos de Santo Domingo en la extinción de las llamas, de la Defensa Civil en la asistencia a heridos y Autoridad Metropolitana en el control del tránsito en la zona impactada por la explosión.
La envasadora de gas afectada por el estallido lleva muchos años operando en el sector La Esperanza, pero se ha dicho que sus propietarios realizaron una ampliación de sus instalaciones, sin que se sepa si contaron con la correspondiente aprobación del Ayuntamiento del Distrito Nacional.
Causa preocupación que ese tipo de negocio se multiplica como la verdolaga por autopistas, avenidas y calles interiores, dentro del perímetro de barrios muy poblados, señal de que las autoridades que otorgan los permisos de instalación no toman en cuenta el peligro que representa.
Tampoco hay evidencia de que el cabildo o los organismos a cargo de garantizar higiene y seguridad en instalaciones empresariales o de servicios realizan efectivas inspecciones en estaciones de expendio de gas propano o de otros combustibles.
Son muchas las envasadoras de gas que apenas cuentan con un tanque de combustible sobre un solar baldío, sin los más mínimos requerimientos de seguridad, lo que las convierte en bombas que se instalan en pleno corazón de barriadas muy habitadas.
Aunque sea parte de la premisa que el estallido en esa envasadora de gas licuado de petróleo fue consecuencia de un accidente fortuito, hasta prueba en contrario, el percance debe servir de ejemplo y alerta a las autoridades para asumir mayor control en la inspección de esos establecimientos a los fines de evitar la ocurrencia de una tragedia mayor.
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