Opinión

PUNTOS… Y PICAS

PUNTOS… Y PICAS

Carlos Manuel Estrella

Transición y prisa

 

Después de las elecciones generales ordinarias del pasado 15 de mayo, integrantes de los órganos legislativos tanto a nivel nacional como municipal, han evidenciado inusual, extraña y sospechosa disposición a cumplir sus responsabilidades constitucionales.

Los regidores, en los concejos municipales, han ocupado el período de transición en aprobación festinada de resoluciones tendentes a elevar los ingresos de alcaldes, vicealcaldes y de ellos mismos, con impacto en finanzas de ayuntamientos y regímenes de pensiones.

En el ámbito del Congreso Nacional, al acostarse las palomas con el término de la primera legislatura ordinaria del año la medianoche del lunes pasado, así como el excepcional sexenio del período constitucional de sus funciones, la labor congresual fue sorprendentemente eficiente y productiva.

Proyectos de leyes que requerían aprobación en segundas lecturas, propuestas controversiales tales como modificaciones al Código Penal en el debatido tema de la interrupción del embarazo, que merecen amplio consenso de sectores enfrentados con las iglesias, fueron conocidos alegremente.

Otras iniciativas legales que durmieron sueños eternos en gavetas de senadores y diputados fueron condenadas al olvido, a propósito, para que murieran con el paso de otra legislatura sin ser conocidas, quedaran aplazadas, pendientes de reintroducción y posiblemente desechadas para siempre.

Cuestiones claves de interés coyuntural y existencia o no de voluntad política se impusieron para adoptar esta actitud del colectivo legislativo que fue incapaz de cumplir su trabajo exclusivo en la campaña electoral en que prácticamente abandonaron el Congreso para dedicarse al proselitismo total.

Esta vagancia de senadores, diputados y regidores, en ámbitos de trabajo congresual y municipal, así como sorpresiva disposición laboral las últimas semanas, evidencian perjuicios de tan extenso período de transición de 90 días, que se presta a múltiples travesuras e indelicadezas.

Como sentencia el refranero popular, aplicable al caso de estos privilegiados servidores públicos, la prisa es mala consejera.

El Nacional

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