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Quintaesencia

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Rafael Ciprián

Abinader y la “cumbre”

La mal llamada IX Cumbre de las Américas, celebrada la semana pasada en Los Ángeles, Estados Unidos de América (EUA), quedó descumbrada. Fue la aspiración fallida, frustrada y torpemente manejada de hacer una cumbre, pero le salió un maltrecho llano.

No podía ser de otra manera. La seudo Cumbre comenzó mal. Y lo que mal comienza, mal termina, dice el refranero, que es la sabiduría memorística del pueblo.

En primer lugar, fue convocada por la desacreditada Organización de Estados Americanos (OEA), que nunca se ha respetado y siempre ha existido de rodillas ante la voluntad de EUA. Por eso fue calificada, en momentos estelares de la historia latinoamericana y del mundo, como un Ministerio de Colonias.

En segundo lugar, por voluntad de EUA se excluyeron de esa convocatoria a Cuba, Venezuela y Nicaragua. Se alegó que son antidemocráticos, como si fuera una sentencia de jueces supremos, y sin respetar el principio de la autodeterminación de los pueblos.

En tercer lugar, como respuesta a esa trilogía de excluidos, se formó otra tríada que rechazó esa falta de inclusión y no asistieron al encuentro: México, con Andrés Manuel López Obrador; Bolivia, con Luis Arce, y Honduras, con Xiomara Castro.

Y en cuarto lugar, algunos de los asistentes censuraron con dureza la falta de vocación inclusiva. Argentina, con Alberto Fernández, dijo: “El silencio de los ausentes nos interpela”. México, con su canciller, don Marcelo Ebrard, afirmó: “20 países se manifestaron en contra de las exclusiones, 10 no se pronunciaron y solo 2 estuvieron a favor.”
Por tanto, no se puede considerar Cumbre de las Américas a esa reunión.

Además, para ponerle la tapa al pomo, se quiso sorprender con una “Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección”. EUA, con Joe Biden, la justificó como bases para una migración ordenada y de responsabilidad compartida.

Sabemos que con esa declaración se busca blindar la frontera sur de EUA, frente a la avalancha de inmigrantes indocumentados. Así la podrán dosificar, según sus necesidades de mano de obra. Y, por otra parte, busca tirarle la crisis migratoria haitiana a nuestro país.

Por fortuna, la República Dominicana, con Luis Abinader, se negó a firmarla. Y dijo que la propuesta no la había discutido con el Consejo Nacional de Migración, por el poco tiempo de que dispuso. Muy Bien. Nuestro presidente Abinader dio lecciones sobre cómo debe actuar un jefe de Estado.

Una vez más se ha comprobado que la OEA no sirve para nada que beneficie a los países latinoamericanos. Debe desaparecer. Y su espacio puede ser ocupado por una nueva entidad que represente, y sin favoritismos, los intereses de los pueblos de Las Américas. Y ojalá un día podamos formar los Estados Unidos Latinoamericanos.