Palomas y escopetas
En mis tiempos de estudiante tuve una cercana relación con los panfletos y volantes que se elaboraban en máquinas manuales de “esténcil” o en imprentas, cuyos propietarios estaban comprometidos con el movimiento revolucionario. Por eso digo que tres millones de esos impresos literalmente inundarían el parque Independencia o se necesitaría de una gran maquinaria para distribuirlos en barrios y municipios.
Ni las modernas impresoras del país tendrían capacidad para imprimir de un día para otro tres millones de volantes para ser distribuidos en una manifestación nacionalista ante el Altar de la Patria, el mismo lugar que ha servido de peña a las palomas que hoy disparan a las escopetas para lapidar la figura política del expresidente Leonel Fernández.
No creo que periodistas con delicadas posiciones dirigenciales en medios de comunicación de gran principalía se involucren como gladiadores en un conflicto que involucra la defensa del gentilicio dominicano. No si a la primera descarga acuden a la fiscalía a tildar a sus colegas de fanáticos xenófobos capaces de matar por razones étnicas.
Durante el gobierno de don Hipólito Mejía tuve en los estudios de televisión de Certv un encontronazo fuerte con Consuelo Despradel, que puso fin al programa que ambos realizábamos junto a Juan TH, pero pasado el tiempo fuimos y somos buenos amigos, aunque distanciados en el plano político. No creo que Chelo sea capaz de siquiera pellizcar a un oponente político, aunque su boca tira más duro que cualquier cañonera.
Consuelo estuvo en el Parque Independencia en un acto público al que asistieron ciudadanos que creen necesario defender la soberanía dominicana ante el recrudecimiento de la campaña de infamia contra el gentilicio nacional. A esa comunicadora le asiste derecho a respaldar la sentencia del Tribunal Constitucional que fija el alcance de la nacionalidad.
Es menester presentar disculpas por el exceso en que mucha gente ha incurrido al calificar de traidores a la patria a quienes se oponen a ese fallo del juez de control constitucional, pero del otro lado deberían saber que los calificativos de xenófobo, racista, hitleriano y antihaitiano también son afrentosos e infamantes.
El respeto debe ser de doble vía. No es posible que a quienes defendemos la sentencia del Tribunal Constitucional se nos tilde de fanáticos xenófobos y racistas y que cuando algunos extremistas responden con la irracional consigna de muerte a los traidores, se reclame el protectorado del Ministerio Público. Una cosa trae la otra. Vamos a debatir este tema en los planos jurídico, institucional, político, de derecho internacional y hasta histórico y académico.