Articulistas Opinión

Rascarse en javilla

Rascarse en javilla

Luis Pérez Casanova

Si la élite haitiana no sabía que puerco no se rasca en javilla, lo acaba de aprender con la contundente respuesta del Gobierno dominicano frente a la construcción unilateral de un trasvase del río Masacre en el vecino territorio. Se puede decir que el presidente Luis Abinader ha matado dos pájaros de un tiro porque a la oposición criolla, que buscaba pescar en río revuelto al cuestionar el impacto económico del cierre de la frontera, e incluso demandado llevar la crisis por la obra hídrica a organismos internacionales, también le ha tocado lo suyo. Y de mala manera.

En su defensa de la obra el Gobierno haitiano reforzó los argumentos que hoy pueden utilizar las autoridades para justificar la rehabilitación del canal La Vigía, en Dajabón. Si Haití como nación soberana tiene derecho a disponer de sus recursos naturales, como adujo el presidente Ariel Henry, entonces no deberá quejarse ni denunciar como un atentado a sus intereses la fuente de irrigación, que se nutre de la misma toma que la del vecino país, que se construye aquí.

La élite haitiana, de la cual el presidente Henry no es más que un rehén, no calculó que de los 55 kilómetros que recorre el Masacre desde su nacimiento en Loma de Cabrera hasta su desembocadura, su territorio solo dispone de dos kilómetros de agua. Pero, tal vez por soberbia, no entendió el mensaje cuando el presidente Abinader pidió a su Gobierno que detuviera la construcción, levantada en violación de un tratado bilateral, al tiempo de invitarlo a dialogar sobre el proyecto.

Lejos de pensar en la gratitud de los dominicanos e incluso en la posible carta bajo la manga que guardaba Abinader, los haitianos aceleraron la construcción de su canal, preséntanlo como un proyecto nacional, mientras la oposición criolla calificaba como una catástrofe para los pueblos fronterizos y gran parte del territorio el cierre de la frontera. El gran error de la élite haitiana y del liderazgo opositor fue subestimar la habilidad de un mandatario que también sabe usar el sable como un maestro de esgrima. Por eso los ha dejado a todos con la carabina al hombro. Porque, en lo que se reabre el cruce fronterizo, ha tenido la precaución de subsidiar a los productores, comerciantes y consumidores de la región.

Si Abinader no tuviera la alternativa del canal La Vigía cuesta aceptar que se hubiera arriesgado a cerrar la frontera siquiera por un día. Desde ya puede darse por descontado que la presión de la comunidad internacional y del liderazgo político será para que el Gobierno, que en torno al conflicto ha contado con amplio apoyo, se apiade de los pobres haitianos permitiéndoles abastacerse de agua del río para irrigar su agricultura y satisfacer sus necesidades humanas. Tanto allá como aquí la lección es para aprenderse.