Cójanlo

Regla de oro

Regla de oro

La llamada “regla de oro” en los ayuntamientos es una necesidad que, sin embargo, traduce la gran debilidad del sistema democrático en el país. A diferencia de las naciones en que las minorías se nuclean para formar mayoría por aquí se tiene que llegar a arreglos para no obstaculizar la gestión de los alcaldes, al menos durante el primer año. En España, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ganó la presidencia de Andalucía y la alcaldía de Madrid, pero al no poder llegar a acuerdos para formar mayoría, la oposición se puso de acuerdo y le arrebató el control de las plazas. Se trata de otro sistema. Pero aquí, aunque la oposición tenga los votos para controlar la Sala Capitular, tiene que dejar, sobre la base de la regla de oro, que el partido ganador se imponga. Y todo porque, en honor a la verdad, los opositores tampoco suelen cumplir con su misión de ponderar y fiscalizar las acciones de los alcaldes, sino, en aras de satisfacer intereses, se limita a obstaculizar hasta las decisiones que favorecen a los munícipes. La regla no debería ser, pero ante cierto primitivismo que caracteriza el ejercicio del poder, no queda otra alternativa.

El Nacional

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