¿Cuáles son los alcances de la representación del Estado, que le corresponde al embajador, jefe de una misión diplomática?
Para poder entenderse el rol actual del embajador, debe iniciarse recordando que en sus orígenes, el jefe de misión diplomática era considerado como el “Embajador de Su Majestad”.
No obstante , hoy en día, en el marco jurídico internacional, afirma De Icaza: es ampliamente aceptado que “un Embajador no representa solo a su Jefe de Estado o a su Gobierno, sino a la totalidad de su nación y actúa en nombre de ella”.
Procede precisar, que la diplomacia “organizada” pone al alcance de los Estados, independientemente de su poder político o económico, un medio de comunicación permanente y una valiosa herramienta de negociación, sustentada en la reciprocidad internacional.
En tal sentido, fortalecer y profesionalizar el ejercicio diplomático, añade De Icaza, “no es solamente una cuestión de sentido común, sino un tema de interés nacional. “Una diplomacia inteligente y bien compenetrada con los intereses nacionales significa asegurar la mejor inserción posible del país en el actual ordenamiento mundial”.
Ello exige metas claras y precisas en su política exterior, en adición a una objetiva percepción del contexto internacional actual, así como un amplio conocimiento de los aspectos fundamentales de la propia nación. Asimismo, resulta imprescindible el “dominio y habilidad” en las técnicas de negociación (eje nodal de toda actividad diplomática).
Los Estados, consecuentemente, suelen hacerse representar en el exterior “por sus propios ciudadanos”, dotados de lascualificaciones que exige este ejercicio y, capacitados consistentemente, para esta específica función, como lo demanda la efectividad en este ejercicio.
Sin embargo, sostiene Plantey, “en principio, cada Estado es libre de instituir y elegir las autoridades y personalidades que lo representen en el exterior”, conforme a sus “auténticos objetivos en el campo internacional”.
Como representante de un Estado ante otro, o ante un Organismo Internacional, el jefe de misión diplomática tiene el ineludible deber de conocer en su real magnitud los deberes y derechos que le asisten como tal y, asimismo, los que conciernen propiamente al país que le ha confiado tal responsabilidad.
Igualmente, el “enviado” debe estar debidamente informado acerca de las relaciones entre el país que representa y el Estado receptor u Organismo Internacional.
Finalmente, el diplomático debe saber aplicar los principios, normas y procedimientos que dan consistencia a sus acciones (gestiones y negociaciones), a partir de las cuales se superarán diferencias, se consolidarán afinidades, se fomentará y desarrollará la cooperación y, sobre todo, se canalizará la inversión extranjera hacia su país.
También se promoverán el comercio, el turismo y las diversas acciones de intercambio (incluyendo el campo educacional y la transferencia tecnológica). Se difundirán los valores, el arte y la cultura nacionales, teniendo siempre presente la ineludible responsabilidad de salvaguardar y promover los intereses del país que se representa y de sus nacionales (personas físicas y jurídicas), conforme al Derecho internacional.