Opinión

Reunión CC del PLD

Reunión CC del PLD

La más reciente reunión del Comité Central del PLD ratificó que en ese partido no existen auténticos liderazgos, que la supremacía de sus principales dirigentes, encabezados por los dos que han sido presidentes, es una derivación de la circunstancia de ser quienes han disfrutado en un momento determinado de la potestad de firmar decretos y manejar el presupuesto nacional.

Cuando oposición política interna era, el actual mandatario explicó su derrota en un proceso de selección de candidatura como consecuencia de colocar el Estado, con todas las posibilidades que ofrece en países como este, al servicio de su adversario. “Me derrotó el Estado” es una descripción sin desperdicio del muñeco de trapo que es la institucionalidad dominicana.

Hoy, resulta fácil comprender por qué aquel lamento no fue acompañado de la correspondiente crítica a ese perverso proceder de competir con la ventaja casi insuperable de tener las arcas públicascomo tu principal financiador de una campaña donde desaparece a golpe de papeletazos la equidad.

El apabullado de entonces solo esperaba su oportunidad para aplicarle a su verdugo de ocasión la misma pócima, con dosificación multiplicada, para que sus efectos resultaren aniquiladores de una carrera política que en otros escenarios estaría sepultada por sus propias falencias.

Su momento de esplendor llegó y, con las ansias de aprovecharlo al máximo que el dolido es capaz de desarrollar, ha sido implacable en la venganza y le ha hecho morder el polvo de la humillación a un rival que con sus múltiples y sorpresivas torpezas ha contribuido a hacer más estrepitosas sus caídas.

Es en ese contexto en el cual hay que analizar no solo la reciente asamblea del organismo de dirección del partido morado, sino toda la circunstancia que le caracteriza en la actual coyuntura: Cambio en el director de orquesta, músicos que se mueven al ritmo que marca la batuta del momento, y un antiguo concertista empeñado, con sus yerros, en resaltar que su gloria pasada no era más que consecuencia dedisponer de sobrecitos en los cuales se reparten coimas a grandes y pequeños corrompidos.

El desatino esencial de Leonel Fernández ha radicado en que las decisiones que ha debido asumir su partido luego de su reinado, las aborda con antelación de forma antitética a las que terminan siendo sus posturas. Por más volteretas retóricas intentando justificar a posteriori sus reversas, es imposible disimular los hematomas horribles producidos por los demoledores golpes recibidos.

El Nacional

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