Tras cesar los aguaceros que causaron inundaciones que todavía no han desaparecido existe el riesgo, como advirtió el Ministerio de Salud Pública, de las enfermedades.
La cartera no se hizo esperar en alertar a la población sobre la propagación de cólera, dengue, leptospirosis y otros males que suelen aparecer después de los eventos atmosféricos.
Pero el caso es que no basta con alertas epidemiológicas y exhortaciones, sino con acciones más directas para que la gente entienda la necesidad de evitar riesgos.
De ninguna manera se trata de utilizar la fuerza, pero sí de facilitar los desagües y que la gente pueda realizar sus actividades cotidianas sin exponerse.
En plenos aguaceros muchos, como si se tratara de un deporte, se dieron a la tarea de celebrar teteos o bañarse en las avenidas sin reparar en la contaminación de las aguas.
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Además de alertar a una población que apenas presta atención Salud Pública debe iniciar cuanto antes una jornada de fumigación y comprometer a la población con la limpieza de espacios que constituyen focos infecciosos.
Son medidas que la gente debería adoptarlas sin necesidad de que se las recuerden u obliguen, pero no es así. Hubo personas que sin importar el riesgo a que se exponían por las crecidas de ríos, arroyos y cañadas se resistían a abandonar viviendas localizadas en zonas vulnerables. Tras los aguaceros y las inundaciones hay que evitar las epidemias que generan esos fenómenos.