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Siempre con la verdad

Siempre con la verdad

Ramón Rodríguez

Salvemos al COD

Después de nuestra gran actuación en los Juegos Olímpicos de Tokio, llegamos a pensar que el Comité Olímpico Dominicano iba a tener un repunte y que definitivamente se iban a quedar atrás tantas falencias en el aspecto institucional. ¿Qué diablos ha pasado para un descenso tan colosal y un descrédito que ha hecho que el Comité Olímpico Dominicano sea tema obligado, no solamente en la esfera deportiva, sino política?.

El descalabro público del Comité Olímpico Dominicano y su falta de credibilidad obedece a factores múltiples: una vez juramentado Antonio-Colin-Acosta como presidente del COD, algunos federados ilusos, le vendieron la idea de que Luisín Mejía ya no era necesario y que le opacaba. Craso error.

Yo no conozco tan bien a Luisín Mejía como sus amigos cercanos, pero por simple observación, he comprobado que tiene la gran virtud del autocontrol en los momentos más aciagos. Sabe sonreír, aun teniendo la daga enterrada en el pecho. Y es lo que ocurre. Al expresidente del COD y miembro del COI, se le ha maltratado tras su salida del COD. Algunos lo han hecho abiertamente y otros de manera soterrada.

En el caso del ministro de Deportes, Francisco Camacho, he dicho y vuelvo a reiterar, que existe un disgusto en los predios del Ministerio de Deportes, luego de algunos desaciertos del presidente del COD, y esto se ha visto como un agravio al buen trato que ha dado el gobierno dominicano a esa entidad.

No sé qué piensan los asesores del amigo Antonio Acosta, pero creo que para comenzar a salvar esa institución y sacarla de ese marasmo, se necesitan tres cosas: iniciar un acercamiento con Francisco Camacho y Luisin Mejía, devolver los dólares del viaje no realizado a Tokio y finalmente: detener el invento de los 6 años en la famosa reforma estatutaria.

Sería un acto de injusticia, adjudicar todos los errores del COD a su presidente Antonio Acosta, pues esa es una institución colegiada. Sin embargo, él es quien está llamado a impedir cualquier acto que vaya contra los principios y los valores que enarbolan la Carta Olímpica y los mismos estatutos de esa institución.

Yo juraba que algunos de los buenos amigos que conservo en el COD, iban a poner sus cargos sobre la mesa, a menos que no se devolvieran los dólares de Tokio que salieron del erario público y no lo han hecho. Parece que ignoran, que eso envuelve una responsabilidad penal que arrastra también a quienes, usando su jerarquía, han facilitado lo que podría catalogarse como una maniobra engañosa, con el agravante de que son recursos públicos. Todavía pueden salvar el pellejo.

Por: Ramón Rodríguez
centrodeidiomaswashington@gmail.com

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