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Siempre con la verdad

Siempre con la verdad

Ramón Rodríguez

David honra al pueblo

Hace muchos años que el pueblo dominicano atraviesa por una crisis de valores. Aunque ocultemos la cabeza como el avestruz, es innegable que muchos de nuestros jóvenes, conocen más la historia de cualquier artista urbano que la de nuestro padre de la patria: Juan Pablo Duarte.

Pero la historia siempre nos guarda coincidencias categóricas para despabilarnos y hacernos poner los pies sobre la tierra. Nuestro David Ortiz abrazó la inmortalidad y el derecho de morar en Cooperstown, a escasas horas de la fecha de nacimiento de nuestro ilustre y siempre venerado: Juan Pablo Duarte. Mejor no podía ser el regalo para el más excelso de los dominicanos.

David entra al nicho de los inmortales y no lo hace solo, sino con todo un pueblo que lo admira y reconoce su límpida trayectoria. La llamada telefónica y luego el fuerte abrazo que le dio el presidente Luis Abinader, simboliza el respeto de todo un pueblo a su gran hazaña, que hoy comparte con sus compatriotas: Juan Marichal, Pedro Martínez y Vladimir Guerrero.

Sus estadísticas serán imperecederas, pero siempre será más fácil recordar, al gran ser humano, al joven que hizo un alto en el camino, para al igual que José Martí, hacer felices a los niños, devolviéndole la vida, al costear a través de su fundación operaciones del corazón.

Por honestidad a la verdad histórica, el propio David ha agradecido públicamente al editor de estas páginas deportivas y líder de los mauricianos, Leo Corporán, quien lo motivó para que emprendiera esa labor social filantrópica en favor de los niños enfermos del corazón.

Los laureles de victoria de David, ‘’esconden algunas espinas’’, debido al compromiso social que asume como modelo de millones y millones de jóvenes en el mundo que quieren ser como él. Y no es nuevo, en el siglo 19, los jóvenes caminaban arrastrando el pie derecho como el poeta, Lord Byron, ignorando que era una deformación innata. Sencillamente, adoraban su grandeza.

El mundo es una aldea global. Todos los ojos del deporte mundial están encima de este hijo de Quisqueya, que ha demostrado con sus acciones de humildad que toda la grandeza del mundo cabe en un solo grano de maíz. Los niños y los jóvenes lo imitarán, pues ya se escucha que dicen: ‘’llévate de mí’’.

David Ortiz Arias comienza una nueva vida. Es su punto de inflexión para decidir, cuáles serán sus nuevas hazañas en favor de un mudo desigual e injusto.

Con la ausencia de su madre, Ángela Rosa Arias y la pérdida más reciente de su amigo, Leo López, David, también ha conocido el dolor en carne propia y eso lo hace más humano, enteramente humano.

Por: Ramón Rodríguez
centrodeidiomaswashington@gmail.com

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