El apoyo del Senado de Estados Unidos a la gestión de este país frente a la crisis haitiana no deja de ser significativo, aunque su valor es meramente simbólico.
El Gobierno dominicano no necesita reconocimiento, sino que la comunidad internacional asuma su responsabilidad frente a la prolongada y dolorosa situación de Haití.
El Senado estadounidense puede presionar a la administración de Joe Biden para que gestione el despliegue de tropas internacionales para restablecer la seguridad y la gobernabilidad en la vecina República.
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En el país las pandillas han bloqueado hasta el suministro de medicamentos y la asistencia alimentaria a la población.
El propio primer ministro haitiano, Ariel Henry, ha reiterado que la intervención militar es impostergable para enfrentar la inseguridad ciudadana y la escasez de medicamentos y alimentos.
Luce que tiene razón el Senado estadounidense, aunque cuidado con alguna segunda intención, al reconocer que la crisis haitiana ha aumentado los riesgos para este país y puesto a prueba su capacidad de respuesta frente la masiva afluencia de indocumentados.
La resolución serviría hasta para enfrentar campañas aviesas contra el país y despejar algún tipo de mal entendido.
Pero lo que se necesita en realidad es que la comunidad internacional, con Estados Unidos a la cabeza, asuma su responsabilidad sobre una crisis que se torna más grave en la medida que pasa el tiempo y que la solución, de manera, puede ser República Dominicana.