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Sobre el Ministerio de la Juventud

Sobre el Ministerio de la Juventud

Hace años que circula la tesis que plantea la disolución del Ministerio de la Juventud. El argumento principal, vacío y que la mayoría repite como eco, obedece a la ineficiencia de quienes han encabezado dicha organización desde su creación. No estoy de acuerdo con la propuesta de escisión de tan importante entidad gubernamental. Lo que necesita el Ministerio de la Juventud, además de un gerente eficiente y ético, es un replanteamiento de su misión, y enfocar su trabajo en responder a la pregunta del millón: ¿Qué necesitan los jóvenes dominicanos?

La historia del Ministerio de la Juventud se remonta al 1985, cuando por decreto el presidente Salvador Jorge Blanco creó la Dirección General de Promoción de la Juventud, con el objetivo de coordinar los eventos y proyectos en el marco de la declaración del 1985 como el Año de la Juventud por parte de la ONU, anunciado en una asamblea del 1979. El decreto fue de julio del 1985, lo que se podría ver como una improvisación para que República Dominicana no se quedara rezagada con lo que ocurría en el mundo en materia de juventud. Uno de los directores generales de aquella entidad embrionaria fue Rafael “Fiquito” Vásquez, destacado dirigente del PRD y uno de los principales hombres de Miguel Vargas Maldonado en la actualidad.

A partir de la Ley General de Juventud 49-00, promulgada en julio del año 2000, el Ministerio de la Juventud ha sido ocupado por 8 jóvenes, la mayoría con administraciones que van a pasar a la historia política vernácula sin pena ni gloria. Quizás con un par de excepciones, como las gestiones de Robert Polanco (PRD) y Manuel Crespo (PLD). ¿Quién más?

En toda su historia, la peor decepción en el Ministerio de la Juventud fue la designación de Robiamny Barcácer. Cuando fue designada por Danilo Medina a su alrededor se creó una publicidad de expectativas, pues sería la primera mujer en ocupar el cargo y se le vio con la imagen de redentora. También se resaltó su experiencia como viceministra de la Juventud por varios periodos, así como el factor madurez, si consideramos que ha sido la persona de mayor edad en ocupar el cargo, con 38 años. Pero Robiamny no solo fue una falsa profeta, sino algo mucho peor, pues a su alrededor salpicaron varios casos de corrupción, que como andan las cosas en la Justicia quizás tenga que rendir cuentas de su hiperbólico enriquecimiento antes de los 35 años. La trayectoria de Robiamny Barcácer es sin dudas un buen resumen del danilismo.

En el actual gobierno del PRM las sucesoras de Robiamny también han sido dos mujeres. Kimberly Taveras apenas tuvo tiempo de calentar la silla en su despacho y al cabo de unos meses fue destituida por acusaciones de enriquecimiento astronómico a través de contratos con las alcaldías, negocios que –supuestamente– obtenía por lobismo gracias a las ventajas de su influencia política en los gobiernos municipales perremeístas. Luz del Alba Jiménez fue cancelada por temas de compras y contrataciones con el Ministerio de la Juventud en que cuyos procesos se acusa a su esposo de intervenir, siendo a su vez funcionario de otra entidad estatal, lo que complica la narrativa como en una trama de Shakespeare. Sin embargo, no me convencen del todo estas dos destituciones; el caso de Kimberly es de carácter exógeno a sus funciones en el gobierno, mientras que la situación de Luz del Alba no pasó de la acusación. Me inclino más por cancelaciones con base y fundamento en los tribunales, situaciones irrefutables, comprobadas, como en el caso de Luis Dicent en la Lotería Nacional.

Tras la destitución de Luz de Alba Jimenez el puesto ha quedado vacante. Nunca antes en la historia política dominicana un cargo tuvo tantos posibles candidatos. No es para menos; así debe ser. Los dirigentes del PRM que integran la Juventud Revolucionaria Moderna (JRM) constituyen el órgano político más poderoso que en la República Dominicana se enfoca en trabajar por los jóvenes. Se trata de una estructura que abarca todo el país y la diáspora, con representantes nacionales (presidente, secretario general, organización, etc.) y de nivel local (presidentes provinciales y zonales) e internacional, pues tiene presencia en los países y ciudades a donde se ha concentrado la mayor cantidad de nuestros migrantes (EE.UU., España, Italia, etc.). La estructura se remonta a la década del 70, cuando Bosch se fue y Peña se quedó como “un astro que brilla con luz propia”, y en la mutación del PRD hasta convertirse en PRM ha contado con muy buenos líderes a la cabeza, como Wellington Arnaud y Jean Luis Rodríguez, por solo mencionar a los más recientes. ¿Y eficientes? Yo creo que sí. Jean Luis Rodríguez ha sido uno de los grandes articuladores de lo que es hoy la juventud del PRM. O sea, medio gobierno.

Gracias al activismo político de sus jóvenes, durante la larga oposición de 16 años contra PLD (2004-2020), el PRD se convirtió en el partido del futuro, o sea, lo que estamos viendo actualmente transmutado en PRM, por eso tantos jóvenes preparados ocupan las más importantes funciones del gobierno encabezado por Luis Abinader, como Eilyn Beltrán, Jean Luis Rodríguez, Carolina Serrata, Lugo Risk, Gloria Reyes, Ángel Tejeda, Wellington Arnaud, Efrén Cuello, Fellito Suberbí, Juan Garrigó, Eduardo Peña, Nilian Reynoso, Carlos Mendieta, Alinson Presinal, Joaquín Castillo, Eddy Arango, Marco Baldera, Elvin Tineo, Ricardo Gil, Lorenzo Ramírez, Ricela Spraus… Si continuamos la lista de los jóvenes con puestos importantes en el gobierno, llegaríamos a la conclusión de que estamos ante el periodo presidencial con la mayor cuota juvenil en toda nuestra historia. Y eso sin enumerar los niveles municipales y congresales, en donde los de menor edad son los representantes del PRM, como el caso de Olfanny Méndez, la más joven vicepresidenta en la historia de la Cámara de Diputados. Como puede inferirse, los jóvenes del PRM son una legión de hombres y mujeres preparados, duchos en la praxis política, y cuya ética y compromiso social no debe cuestionarse ni tergiversarse por los errores de unos pocos, como la rapsodia del Ministerio de la Juventud y sus dos cancelaciones en menos de un año.

El Ministerio de la Juventud necesita más que un cambio de cabeza. Es una institución redundante, que no hace nada por los jóvenes que no puedan ofrecer otras entidades. Más que su disolución lo correcto es un reenfoque de su misión para que tenga una razón de ser específica. Porque hasta ahora, para ser honesto, el Ministerio de la Juventud solo sirve para organizar un premio que para colmo tiene mil defectos. Es un disparate al que el PRM le debe aplicar el “cambio”, porque ese tollo está igualito. Un ejemplo de lo que hay que hacer en el Ministerio de la Juventud es lo que Gloria Reyes ha hecho en Prosoli y lo que Jean Luis ha revolucionado en Portuaria. ¡Eso sí es cambio, gerencia y ética!

Además de relanzar ese fraude denominado Premio Nacional de la Juventud, el Ministerio de la Juventud debe trabajar por cosas más trascendentales, como resolver el dilema del desempleo que afecta a este segmento de la población. Los jóvenes dominicanos necesitan garantías, oportunidad para trabajar o emprender, un sistema que le haga olvidarse de las ganas de emigrar en busca de oportunidades.

En definitiva, el Ministerio de la Juventud no debe ser suprimido. Entre tantos jóvenes capaces en el PRM, sus aliados y la sociedad civil, el próximo en dirigir esta importante entidad gubernamental debe evitar redundar las funciones de otros organismos estatales (Deportes, MESCYT, Salud) y diseñar  proyectos y programas significativos. Al Ministerio de la Juventud, más que un nuevo ministro o ministra, con preparación, ética y actitud proactiva, lo que le hace falta es filosofía.

Por Fernando Berroa

El Nacional

La Voz de Todos