La dilatada sensación de falta de autoridad que embarga a la sociedad dominicana se volvió a sentir durante toda la semana cuando afiliados a dos holding del transporte se enfrentaron a tiros en diversos lugares por el control de una ruta de autobuses, con saldo de un muerto y cinco heridos, jornada de violencia que incluyó la paralización por la fuerza del transporte de pasajeros desde y hacia la región Sur.

A pesar de que una persona fue baleada a quemarropa y de que numerosos pasajeros sufrieron heridas de bala durante tiroteos escenificados en Santo Domingo, San Cristóbal y en diversos puntos del tramo Santo Domingo-San Juan de la Maguana, las autoridades no han informado sobre detenidos ni ofrecido garantías de que los ciudadanos no serían acribillados por algún matón.

Hay que imaginarse el terror que causa que vendettas se enfrenten a tiros nada menos que en la intersección de la avenida Duarte con París, principal puerta de entrada y salida de miles de pasajeros que diariamente van o vienen desde Santo Domingo Este. Solo la intervención de la divina providencia ha evitado una tragedia mayor.

La Federación Nacional de Transporte la Nueva Opción (Fenatrano) y la Confederación Nacional del Transporte se encargaron de poner la tapa al pomo al decretar un paro sorpresa que impidió que miles de personas pudiesen viajar a la región Sur o regresar a Santo Domingo, pero además impidieron por la fuerza que cualquier vehículo transportara pasajeros.

A todo esto no se conoce la más mínima presencia del Ministerio Público ni de la Policía que solo acude a los lugares después que han concluido los enfrentamientos a los fines de contar los muertos o heridos y los daños causados a la propiedad pública o privada, porque tal parece que los dueños del país están por encima de la ley y el orden.

Esos empresarios que ponen en peligro la vida de los ciudadanos, se hacen pasar por trabajadores del transporte para recibir millonarias exenciones o exoneraciones del Gobierno que las otorga por miedo a que literalmente incendien el territorio por los cuatro costados, razón por la cual tampoco se atreve a intervenir cuando esos clanes se enfrentan por el control de rutas urbana e interurbana.

Si el saldo de un muerto y cinco heridos y el anuncio sorpresivo de una huelga del transporte que dejó varados a miles de ciudadanos indefensos, no es razón suficiente para que las autoridades cumplan con su deber de hacer respetar la ley, entonces es prudente que a uno de los dueños del país lo nombren jefe de la Policía y al otro procurador general y se acabó la vaina.