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Sufragio: La ética en los partidos

Sufragio: La ética en los partidos

Eddy Olivares Ortega

Aunque la ética y la política aparentan andar por caminos separados, Aristoteles, precursor de ambas disciplinas, las relaciona estrechamente, al afirmar que la ética busca el bien del individuo y la política el de la comunidad.

En ese sentido, Aristóteles señaló que en el plano de las relaciones políticas entre los hombres, no se puede hacer nada sin que haya en el hombre un carácter moral o ético. Por tal razón, la ética es la disciplina filosófica que estudia el bien y el mal y sus relaciones con la moral y el comportamiento humano.

Para el ilustrado filósofo, Immanuel Kant, la única cosa positiva intrínseca es una buena voluntad; por lo tanto, una acción solo puede ser buena si su máxima —el principio subyacente— obedece a la moral. 

En este tiempo, como en nigún otro, la sociedad demanda de valores en la política, los cuales deben expresarse en los partidos políticos, ya que tal y como expresa el coreano Byung-Chul Han, en el inicio de su obra, La sociedad de la transparencia, “ningún otro tema domina hoy tanto el discurso público como la transparencia, la cual se reclama de manera efusiva, sobre todo en relación con la libertad de información”.

Asimismo, el referido autor nos recuerda que la omnipresente exigencia de transparencia se remonta a un cambio de paradigma que no puede reducirse al ámbito de la política y de la economía. 

Mucho más perturbadora es la preocupación, en torno a la influencia del dinero en la política, del reconocido profesor de derecho norteamericano, Ronald Dworkin, quien sostiene, en La Democracia posible, que el dinero es la maldición de la política, así como que los políticos dedican de una forma grotesca más esfuerzo a recaudar dinero que a reflexionar sobre política o sobre principios.

La Constitución de la República dispone, en el artículo 216, que la conformación y el funcionamiento de los partidos deben sustentarse en el respecto a la transparencia, lo que obliga a los partidos a tomar en serio la ética.

De igual manera, la Ley Núm. 33-18, de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos, tiene como una de sus motivaciones la de mejorar la calidad del sistema democrático y del ejercicio político, propiciando una práctica política consecuente con los principios, los valores y la ética que resultan esenciales al sistema democrático.

También se dispone en la referida ley, a propósito de este tema, entre otras medidas, la rendición de cuentas de los miembros de los partidos, la prohibición de imponer o aceptar deducciones de salarios de los empleados pùblicos, utilizar bienes o fondos públicos,  así como la creación de una Comisión de Ética y Disciplina.

Finalmente, es conveniente que los partidos políticos contemplen medidas efectivas en los Estatutos, para contribuir con el fortalecimiento de la ética y la transparencia, como lo acaba de hacer el Partido Revolucionario Moderno. Igualmente, se debe concientizar, de manera permanente, a los afiliados en torno a los valores éticos en que se fundamentan los partidos políticos.