Cójanlo Página Dos

Tormenta social

Tormenta social

Foto de archivo

La tempetura social y política está tan elevada en Haití que ni los torrenciales aguaceros provocados por Fiona pudieron enfriarla.

El huracán no bien acababa de dejar de significar peligro para el territorio cuando se recrudecieron las protestas contra el Gobierno, durante las cuales han muerto dos personas.

La escasez y carestía de los alimentos, agravadas por el ajuste de precio de los carburantes, ha disparado el malestar que sufren los haitianos por las precarias condiciones de existencia.

Los saqueos y destrucción de bienes públicos durante los disturbios son una de las notas más características en una nación en que la ingobernabilidad ha propiciado una suerte de vacío de poder.

Las pandillas, que con sus asesinatos y secuestros han sembrado el terror y la inseguridad, parecen tener más control en el país que el propio Gobierno.

La Policía haitiana, mal armada y peor entrenada, ha demostrado que carece de capacidad para lidiar con la tormenta social que abate a la nación. Los últimos acontecimientos ratifican que por el coctel de problemas que lo agitan, en Haití puede pasar cualquier cosa en cualquier momento.

El Nacional

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