Redacción.– La Navidad es una de las festividades más celebradas del planeta, pero no en todos los países se vive de la misma manera. Aunque el espíritu de unión, esperanza y familia es universal, cada cultura ha desarrollado sus propias costumbres, platos típicos y rituales para dar la bienvenida a esta época tan especial. Desde luces en las calles de Europa hasta desfiles tropicales en América Latina, el mundo se llena de color, música y sabor durante diciembre.
Europa: magia, mercados y tradiciones centenarias
En Europa, la Navidad conserva un encanto clásico. En Alemania, los tradicionales mercados navideños son un emblema cultural: pequeñas casetas decoradas con luces donde se venden artesanías, dulces y el famoso vino caliente (Glühwein).
En Austria y Suiza, los niños esperan la visita de San Nicolás, pero también del temido Krampus, una criatura mitológica que “castiga” a los traviesos.
En España, la cena de Nochebuena reúne a las familias alrededor del pavo o el cordero, y los niños esperan los regalos de los Reyes Magos el 6 de enero. Mientras tanto, en Italia, la simpática bruja La Befana lleva dulces a los niños el Día de la Epifanía.
América Latina: fe, música y alegría familiar
La Navidad en América Latina se vive con una mezcla de religiosidad, fiesta y sabor. En México, las posadas representan el recorrido de María y José antes del nacimiento de Jesús, y se celebran con cantos, velas y piñatas.
En Colombia, el 7 de diciembre se celebra el Día de las Velitas, que marca el inicio de las fiestas con calles iluminadas por miles de velas y faroles. En Venezuela, la gente acude a misa en patines, una costumbre muy particular conocida como las “misas de aguinaldo”.
En la República Dominicana, la época se caracteriza por la música alegre, las reuniones familiares y el famoso “jengibre navideño”, una bebida caliente con especias. Las casas se llenan de luces y los barrios de villancicos, mientras los platos típicos como el puerco asado, el pastel en hoja y el moro se convierten en protagonistas de la mesa.
Estados Unidos y Canadá: luces, cine y espíritu festivo
En Norteamérica, la Navidad es una mezcla de tradiciones locales y elementos culturales difundidos por el cine. Las casas se decoran con luces, árboles y figuras inflables de Santa Claus. En Estados Unidos, los desfiles y las competencias de decoración navideña son parte del entretenimiento familiar, mientras que en Canadá las celebraciones incluyen villancicos al aire libre y eventos comunitarios.
El 25 de diciembre es el día más esperado, cuando las familias abren los regalos junto al árbol y comparten la cena con pavo, puré de papas y postres tradicionales.
Asia: luces, respeto y adaptación cultura
Aunque en muchos países asiáticos la Navidad no tiene raíces religiosas, su espíritu festivo ha sido adoptado con entusiasmo. En Japón, por ejemplo, una curiosa tradición moderna consiste en comer pollo frito de KFC, gracias a una exitosa campaña publicitaria de los años 70.
En Filipinas, la Navidad es profundamente religiosa y una de las más largas del mundo: comienza en septiembre y culmina en enero. Las calles se adornan con “paroles”, linternas en forma de estrella que simbolizan la luz de Belén.
En India, las familias cristianas decoran sus hogares con lámparas de aceite y pequeños belenes, mientras que en China se intercambian “manzanas de la paz”, un gesto simbólico de buenos deseos.
África y Oceanía: celebración bajo el sol
En el hemisferio sur, la Navidad coincide con el verano, lo que da lugar a celebraciones al aire libre. En Sudáfrica, las familias disfrutan de barbacoas y picnics en la playa, mientras que en Australia y Nueva Zelanda es común reunirse junto al mar y cantar villancicos en parques y playas.
En varios países africanos, como Ghana o Nigeria, la Navidad se celebra con trajes coloridos, tambores y bailes tradicionales. Las iglesias se llenan de música y las comidas festivas incluyen platos típicos como el arroz jollof y el pollo picante.
Aunque cada cultura celebra la Navidad de manera distinta, el mensaje que une a todos los pueblos es el mismo: compartir, agradecer y renovar la esperanza. Ya sea con nieve o con sol, con vino caliente o con ron caribeño, el espíritu navideño trasciende fronteras y recuerda la importancia de la unión familiar y la solidaridad.

