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Esas críticas y denuncias de Trump y Elon Musk, a quien tan pronto asumió la Presidencia le nombró como encargado del creado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), son verdades irrefutables.
Y aunque Trump y Musk han enfilado sus cañones contra la USAID y también contra la Agencia Central de Inteligencia (CIA), a fin de justificarse ante sus partidarios y la sociedad estadounidense para emprender acciones gubernamentales de carácter economicistas y de negocios, es bien sabido que esas dos agencias han cumplido sus roles a nivel internacional y son partes de una misma estrategia imperial, dirigida a imponer los intereses de Estados Unidos en el mundo, poniendo en práctica cuantos métodos sean necesarios para esos fines.
Por tal razón, los cuestionamientos de Trump y Musk de esas inversiones de la USAID no son más que acciones del momento político, que si bien han destapado «cajas de Pandora» en el mundo, porque han revelado cómo se usaron, muchos de los proyectos financiados no serán eliminados de manera definitiva.
En el fondo, Trump busca quitar financiamientos a los movimientos ecologistas, LGTBQI+, de derechos humanos y sociales que sus directivos se han burocratizados y convertidos en grupos que atentan contra los propios intereses de las grandes compañías mineras y petroleras de Estados Unidos, frenando en parte las psobilidades de hacer negocios a esas grandes transnacionales, lo cual no era parte de la estrategia de la agencia, sino apoyarlos para limitar a los países pobres de la posibilidad de generar riquezas a partir de sus recursos naturales y mantenerlos en el subdesarrollo y la pobreza.
En definitiva, la administración Trump romperá las estructuras socialdemócratas a lo interno de la USAID y redirigirá sus programas hacia proyectos que no afecten sus intereses de negocios y mantendrá aquellos que han contribuido a fortalecer las estrategias geopolíticas del imperio, sea con el mismo nombre de la Agencia o con otro, ya que los fines serían los mismos.
Cabe destacar que con el financiamiento de muchos proyectos, la USAID atrajo a muchos izquierdistas en República Dominicana y otros países, a los que mediante determinados proyectos los fue desideologizando y restando tiempo de militancia para convertirlos en «demócratas» y burócratas sociales, influyendo así en la desarticulación, al revisionismo de izquierda y a la falta de agendas y estrategias propias de los partidos y movimientos definidos de revolucionarios.