El presidente Donald Trump parece que se ha propuesto convertir al mandatario venezolano Nicolás Maduro en una víctima con su intención de atacar el narco dentro de la nación suramericana.
El gobernante estadounidense, que ya se ha pasado de la raya con el hundimiento de lanchas que salen de la nación supuestamente cargadas de drogas, sabe que ninguna nación democrática respaldará una incursión armada en suelo venezolano a nombre de la persecución contra el narcotráfico o el terrorismo.
El apoyo a la lucha contra el tráfico de drogas en la región no significa un cheque en blanco para bombardear y matar a tripulantes de naves que Estados Unidos relaciona con el denominado “Tren de Aragua”.
Con la acción Washington se arroga una misión que viola los derechos humanos y la soberanía de los países. Penetrar a territorio venezolano para atacar el narcotráfico merece de antemano un rechazo enérgico de las naciones que se rigen por el sistema democrático.
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