No me creo signado por el determinismo lógico, epistémico o causal .
Tampoco creo en profecías, leyendas urbanas, presagios, ni en creencias esotéricas.
Si concluyo en que éste ha sido un año fatídico para la gente del arte.
Si anotamos la cantidad de fallecimientos, las situaciones de salud, graves, algunos casos no revelados, por pruritos de exigencia de respeto a la intimidad, definitivamente este ha sido un año muy malo en materia de salud y pervivencia para los artistas.
Por suerte hay valores humanos, sociales, religiosos, a los que se acude, en tiempos de dificultades.
Más, en estos tiempos en los que se recurre a las llamadas “cadenas de oración”, que se activan en las redes sociales, sin necesidad de ir a una iglesia, ni acogerse al conjuro de una divinidad de altares profanos.
Porque hasta la práctica de las creencias religiosas, han cambiado, y no se han quedado enredadas en las ruedas de la carreta del tiempo.

