Opinión

Un mal necesario

Un mal necesario

Las zonas francas cumplen hoy 50 años de asentadas en República Dominicana, cuyas operaciones han sido para muchos un gran impulso al desarrollo económico del país y principal motor generador de empleos, pero para otros, esos parques son santuario de proteccionismo que operan al amparo de incentivos fiscales y bajos salarios.

Lo que se inició con una empresa multinacional azucarera, que luego atrajo maquiladoras o ensambladoras de textiles, se ha convertido hoy en una enorme estructura productiva que aglutina a 673 empresas en 74 parques industriales y que aportan un 3.3 % del Producto Interno Bruto (PIB).

Quienes defienden ese modelo industrial exento de la mayoría de las cargas fiscales, sostienen que su impacto en la economía es de significativa importancia porque genera el 60% de las exportaciones nacionales, pero otros advierten que la mayor parte de las divisas que generan esas ventas no ingresan al país.
También se resalta que los centenares de empresas o fábricas que operan al amparo de ese régimen especial generan más de 170 mil empleos directos y unos 300 mil indirectos, aunque se subraya que la mayoría de esos trabajadores devengan un salario mínimo de 10 mil pesos mensuales, 43% menor que el mínimo nacional.

En favor de esos parques industriales puede decirse que en medio siglo han diversificado la producción, desde simples empresas ensambladoras a empresas textiles verticales o integrales, industrias farmacéuticas, talleres de confección, fábricas de cigarros, calzados, componentes electrónicos y joyería.
Decenas de empresas multinacionales operadoras de centros de llamadas (call centers) engrosan también el sistema de parques de zonas francas, las que emplean a jóvenes bilingües, con salarios de hasta 30 mil pesos mensuales y jornadas agotadoras.

La verdad es que la economía ni la gobernanza resistirían la pérdida de los 170 mil empleos directos y los 300 mil indirectos que generan esos parques industriales y de servicios, para lo cual solo basta recordar la crisis que generó en el país el fin del Acuerdo Mundial Multifibras que abrió el mercado estadounidense a textiles procedente de China y otras naciones asiáticas, lo que provocó aquí la pérdida de miles de empleos de zonas francas.

Imposible negar la importancia de los parques industriales de zonas francas, aunque generan empleos con salarios deprimidos y reciben cuantiosas exoneraciones y exenciones fiscales, además de que el valor de sus exportaciones se queda en el extranjero. Es ese, un mal necesario.

El Nacional

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