Editorial

Un reto

Un reto

En torno al asesinato  del teniente coronel César Augusto Ubrí,  ayudante  del presidente de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), no debería quedar  cuerda sin atar ni descartarse  de antemano ninguna hipótesis, porque ese homicidio representa un reto de una desenfrenada criminalidad a las autoridades y a la sociedad toda.

 Ubrí, quien llevaba 18 años de labor en  el antedespacho del titular de la DNCD, fue ultimado por uno de tres individuos que le disparó varias veces con una escopeta, tras ser emboscado  cuando transitaba  en su yipeta  junto a una mujer por una calle del residencial Las Praderas, frente a la iglesia Divino Niño.

Se ha dicho que los individuos esperaron dentro de otro vehículo el paso del teniente coronel y su acompañante para obligarlo a detenerse, tras lo cual  conminaron a la mujer a salir  de la yipeta y procedieron a dispararle a quemarropa al oficial, cuyo  cuerpo fue sacado y tirado en el pavimento.

Tras cometer el crimen, los forajidos  se llevaron la yipeta del teniente coronel y dejaron a la dama en el lugar, por lo que las autoridades la interrogan para determinar  las  razones por las que pudo salir ilesa  en ese extraño asalto en el que  el oficial asesinado solo fue despojado de su vehículo.

Son muchas las versiones que se han puesto a circular en torno a este asesinato que ha consternado  a una población que ya se  siente cercada  por el  la violencia y la criminalidad, pero es  menester que Ministerio Público y Policía esclarezcan  tan repugnante suceso sin dejar lugar a ningún tipo de dudas.

La causa del asesinato del teniente coronel Ubrí puede haber sido cualquiera de las que han sido vertidas en un  atestado canasto de conjeturas, lo que obliga a las autoridades a emplearse a fondo en  la fase de investigación y, ni por asomo, pretender por conveniencia propia o  ajena descartar  algún motivo.

Ese homicidio pudo  ser obra del narcotráfico, de un  atraco  fortuito, por motivos pasionales o  cualquier otra razón, pero lo que se quiere es que Policía y Fiscalía identifiquen  y apresen con vida, si fuera posible, a los autores materiales e intelectuales  de ese horrendo crimen, sean quienes sean.

La sociedad no merece que las investigaciones en torno  al asesinato del teniente coronel Ubrí corran la misma suerte que  las  indagatorias de la muerte por envenenamiento de los abogados René Antonio Vegazo y Fausto Moreno Matos, de cuyos resultados no se ha dicho  absolutamente nada, o mejor dicho: se ha ocultado absolutamente todo.

El Nacional

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