La mujer del César no solo debe ser honrada, sino también parecerlo.” La frase se le atribuye a Julio César, y significa que no basta con ser íntegro, también hay que aparentar transparencia para no dar lugar a sospechas. Lo del gobierno de Luis Abinader, ni siquiera llega a ese punto cosmético.
Ya el presente gobierno había dado muestras de que “poco le importa el qué dirán”, cuando se trata de servir de peón al Departamento de Estado y al presidente Donald Trump, en su política injerencista a nivel global.
Es una vergüenza que República Dominicana, sede de la próxima X Cumbre de las Américas, prevista para celebrarse en Punta Cana, los días 4 y 5 de diciembre, haya dispuesto excluir a Cuba, Venezuela y Nicaragua.
La medida ha sido impuesta por Washington y ejecutada por el gobierno dominicano con la sumisión de un muñeco de ventriloquía, y resulta aún más doloroso para un país que ha sido intervenido militarmente por EE.UU.
Sin ningún disimulo, ya transitamos el camino de la desvergüenza cediendo a las presiones unilaterales de un imperio en decadencia, advertido por reputados analistas políticos desde la década de los 80.
No está de más recordar las palabras del comandante Fidel Castro, cuando señaló que la crisis estructural del capitalismo no se limitaba a los países pobres, sino que alcanzaba también a Estados Unidos.
La exclusión, impide un intercambio respetuoso y productivo entre América Latina, el Caribe y EE.UU. en momento de tantas tensiones geopolíticas que amenazan la paz, seguridad y estabilidad regionales.
El gobierno dominicano puede limpiar esta afrenta y rescatar, aunque sea en parte, la dignidad perdida, acogiendo una cumbre inclusiva antes de que otras naciones solidarias decidan abstenerse de participar.