Está bien que el Gobierno sintonice y no que se rehúse al uso de la tecnología, como la Inteligencia Artificial, para hacer más eficiente algunos servicios.
Si la herramienta contribuye a agilizar y mejorar un servicio tan valioso como el 9-1-1, su aplicación, sin reparar en costo, no debe demorarse.
La tecnología es una realidad dictada por los tiempos modernos que no se puede ignorar. En un servicio como el Sistema Nacional de Atención a Emergencia y Seguridad, el 9-1-1, la Inteligencia Artificial es un instrumento de primer orden para socorrer pacientes.
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Y más en medio del pandemonio que representan los tapones y las irritantes violaciones de las leyes de tránsito por lo menos en la ciudad.
A pesar de la satisfactoria capacidad de respuesta con que según el ministro de la Presidencia, Joel Santos, opera el servicio de asistencia, cualquier mejoría será siempre plausible.